•Maravillas•


Todo, nada, alguno son palabras nada más
desde esta rendija que has dejado abierta,
un escaso espacio por donde entra tu luz
tu placer adyacente y compartido,
la maravilla del deseo extendido.

Palabras van y viene, se regalan, se prestan,
unas regresan muertas, retorcidas, deformadas,
como van y vienen dos cuerpos calientes
que se regalan mutuamente, se adueñan;
que se deforman para después entretejerse.

Maravilla la de tu sexo y tu piel escondida
la de tu respiración agitada y tu voz imponente,
sin afán de exaltarte te redimes con tu aspereza
con tu producción somera de agua y sal,
y arremetes tus ganas contra mis ansias.

De entre las cosas y la austeridad del mundo
desde la profundidad de la cavidad de tu boca,
te pronuncias igual que la palabra –volar-
y en el aire te duplicas vehemente
maravilla del sonido que emanas con tu goce.

Impotentes frente a ti los demonios se esconden
aceptando furiosos que te acurrucas en mí
buscando con tu lengua encontrar la locura
acariciando de a poco mi altanería suntuosa,
explotando sentidos y asesinando prejuicios.

Maravilla de tus labios postrados en mis senos,
de tus palabras lanzadas con exquisitez, provocando;
buscando perpetuarte entre cada uno de mis espasmos
sigiloso y vigilante. Aprietas, adulas, te elevas.

Tiempo, espacio, lugar, son sólo pretextos
artilugios severos para robarnos los cuerpos
maravillas impetuosas las que cavila el deseo
sueños de ojos abiertos y lenguas voraces,
ritual del sexo furioso que explota en tu cama.

Maravilla del sueño que se posa en mis ojos
como herramienta justa para incitar a tu cintura
para buscar el ritmo que tocan tus caderas
y retozar desnudos bajo la noche oscura
de pasados, presentes y mentes sin censura.

Viviana Nevárez

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