• Desde mi ventana •
Desde mi ventana observo el cantar de las aves al amanecer, unos niños, tristes, corriendo; y el mismo perro sin hueso que roer. A nadie le importa ya el silencio la perversión o el ocio, en un mundo a todo tiempo no hay tiempo para perder. Desgastar minutos en un beso haciendo el amor o teniendo sexo acciones, actos que no generan ingreso; desde mi ventana observo… Orgasmos contenidos en las camas debajo de las sábanas, tensas; ni una arruga ni huella alguna de guerra. Ya no hay combates de cuerpo a cuerpo, desnudos. La noche llega y se abren los bares lugares que señalan como infiernos, es el edén de los solitarios; el alcohol cobija cuando hace viento. Desde mi ventana observo, la copa vacía el cosquilleo en mis labios ansiedad por sentir un beso, acariciar un cuerpo; brutal, bestial; un salvaje que diga: ¡a veces, te quiero! Aquí no hay espacio para las caricias para los espasmos prolongados, los encuentros se guardan en agenda. ¡Has