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Mostrando entradas de marzo, 2010

De los actos

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Asqueada no sólo de padecer de ayer sino del pasado que se postra en hoy, de las llagas que cierran lento, del trauma doloroso que deja el recuerdo de un puñal enterrado en el cuerpo. De los actos inconscientes que se convierten en culpa y de los quizás que se vuelven sueños, de esos que duelen por saberse imposibles, por darte cuenta que tenías todo y lo dejaste ir. Con esta náusea casi costumbre me clavo el pasado de ti en las costillas para hacerte prisionero del oxigeno que me robas al intentar redimir tus actos con mi bondad, esa que reconoces al decirte: ¡Cuídate! Yo no regreso jamás, me doy la vuelta y no te vas. De los actos, cadáveres de las frases malgastadas y flores que siembro en el portal, entre el olvido de ayer y mi presente, lapidando las mentiras contigo; una flor y despida. Viviana Nevárez

• Me llamas tierna •

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Apareces de la nada y te plantas me das todo y después callas me llamas tierna cuando sonrió sí te digo que te sueño despierta. Es que siempre te vas primero y yo me quedó con cara de todo; vida mía. Das rogando te quiten, hablas de amor y de instantes. Me llamas tierna cuando soy seria yo me voy y a veces me vengo; tu no quieres que te diga vida entonces déjame llamarte muerte. Ya estando aquí juguemos entonces: no decirte te amo sino te odio que no sea amor que sea lluvia o sol no me llames tierna grita: ¡maldita! Que nadie crea que me he enamorado que digan y piensen que soy pasado un rumor lanzado al viento a destiempo una caricia deseada sin conocer. Sí, tú me has llamado tierna, ¡vida mía! vamos juntos a bifurcar los caminos a perdernos uno del otro para no ser, amor, si el -por siempre- te indigna te diré entonces: Hasta nunca Maldigo a quién suponga esto despedida cuando ha de ser nuestra bienvenida: ¡bésame los ojos y mírame a los labios! te regalo mi soledad para hacerle comp

• Necros •

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Un grito desesperado se ahoga en mi pecho Y las palabras se esconden en mi garganta, Escupiendo los puntos finales y los suspensivos Son pedazos de ayer o mañana. Mi voz se distorsiona con el silencio, Se aparea con los labios ajenos Disminuye con el hedor del deseo. Eran tus manos las que caían sobre mi cuerpo Ya sin aliento, sin parpadeo, ni besos correspondidos, Sólo tus manos jugaban en mi sexo Mientras tu cara se llenaba de lujuria. Un cuarto frío color metal Una reloj blanco, un bisturí Sentía caer gotas de sangre, rojo agonía Penetración. Mis senos rellenaban tus palmas, calientes, absurdas Tu jugueteo era excitante, enfermizo casi indecente; Mis pupilas dilatadas te indicaban mi ausencia. El sonido producido por el roce de tu cuerpo junto al mío Tus fluidos y respiración disimulan un temor tímido Que a la vez se convertía en eufórico calor compasivo. El vaivén de tu cuerpo provoca un ruido Metales que sostienen mientras penetras un cascarón De senos perfectos y muslos torneados