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Mostrando entradas de 2012

• En tus brazos •

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A tu lado todo es paz, es el amor y nada más. Lo esencial, lo palpable; es también lo invisible. En tus brazos me conforto, me alimento, me sostengo, me convido, me estremezco, me voy, me quedo, me vengo... Amor, es amor puro y sabio. Enorme, celestial. Dios, regalo de Dios. Tus besos son mis besos y somos uno en dos. En tus brazos no temo, en tus brazos yo soy. Sin sospecha, sin desencanto. Contigo vuelo, vuelvo, vivo, muero, me canso, me caso. Contigo amo, me amo, te amo… En tus brazos. Viviana Nevárez

• Hay sólo silencio •

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Hay sólo silencio tu recuerdo, tus labios en mis labios.  Esta habitación y yo. Te veo y te siento debajo de las sábanas, entre mis piernas. Espasmos infinitos. Son las sombras, el siseo agudo, la luz que emana de ti; estás y no. Te vas. Tu vientre es peligroso y almohada para mi ser, tu cuerpo cobertor; tus manos mi adicción. Y queda sólo silencio. Viviana Nevárez

• Desprendimiento •

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Me desprendo de todo, me elevo y a medio metro del suelo te siento, vuelo. A nadie le explico este amor un amor que es, un amor que existe. Yo soy todo el silencio, toda incoherencia. Tú, las palabras. La racionalidad, la locura; locura compartida. Somos. Nos negamos al amor y el amor nos afirmó evidenciamos el enamoramiento, filosofamos; nos atrapo el tiempo. Todos tus Yo es a quién amo y todos mis demonios te acarician. Nos segregamos y el amor es puro es un vacío y es el espacio, el universo; la miel sobre tus/ mis labios… Viviana Nevárez

• Yo no puedo… •

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Yo no puedo darte cuando no estás para recibir, y no puedo hacer de tus costumbres, recuerdos. Que yo no puedo, o no deseo, hacer de tus amores una nube gris en este cielo; tan solo espero ser en ti lo que soy y no ser lo que otra fue. Espero que no me cambies el nombre, por lo que tú quieras, ni me digas amor ni me digas princesa porque el amor es un suspiro, pocas veces eterno casi siempre mutante; y las princesas son de cuento. Eternas desesperanzas. Que no recurras a la perpetua excusa, la confusión tan grande, lo simple de ser y estar; en ti no hay simplicidad y en mí no hay coherencia si te quiero, ya te quiero, aunque no quiera quererte. Si te beso es porque te quiero, bonito te quiero y en tus ojos veo más que locura, no hay simpleza en quererte; no hay demencia. En tierra de los eternos ausentes no hay remedios. De madrugada yo puedo ser susurro, el desvelo horas interminables de silencio. Y todo lo que callo, y todo  lo que

• Mi corazón palpita •

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Mi corazón palpita fuerte. No es amor pero siento que el tiempo se me escurre entre tus manos.  Nada es suficiente, soy feliz conmigo  y soy doblemente dichosa contigo.  Culpo a tus ojos traviesos  y a tus labios en busca de mis labios perversos.  De mis desplantes a tus caricias. Culpo a tu lengua que juega con mis pezones. Y a tus locuras, todas; las culpo por no dejarte  y si te dejan, igual las culparía. Es necedad quererte un poco, darte en gotero lo mucho o nada que poseo.  Mi corazón es sólo un trozo más de carne que cargo conmigo.      Desgárralo con tus dientes, aplástalo con tus botas y dile que no le quieres. Si tengo que poseer que sea tu sexo, tu espalda y tu abdomen terso. Todo lo perfecto en lo imperfecto.  Mi corazón palpita, es un tonto, un inútil que hace de está máquina que somos, una máquina que siente. ¡A la mierda los sentimientos! Yo quiero quererte con la razón  y hacerte el am

• Me propuse •

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Me propuse no hablar de ti, fallé. Le conté a mis silencios de los tuyos y les basto un segundo para amarse, lo que no sucedió con nosotros. Tú y yo, para ser más exactos. Nosotros no existe un nosotros se pierde entre la distancia, distancia que provoca tu locura reiterada y mi agonía persistente. ¡Pobre de ti! – dice otro yo sentado de frente pobre, porque te pierdes sin perderte, atada al pantano, con nombre. Huyendo siempre, de ti y del tiempo. No puedo negarte, negar tu existencia estás, como estoy yo justo en este instante rasgándome las ganas, tragándome la lengua; amarrando mis piernas para no correr a ti… Con un pretexto estúpido, un triste –Hola, ¿cómo estás?- cuando debería ser un – ¡Ven, te necesito!- Un puñado de palabras, lanzadas al aire. Sé, estoy completamente segura que de todo nada es tuyo, ni yo; aunque quisiera. Pero me temo, hombre, que carezco de un séptimo sentido.  Tuya, mie

• Cierro los ojos y te encuentro •

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Cierro los ojos y te encuentro justo debajo de mis ropas, con tu cuerpo desnudo mis ideas impropias. ¿Por qué le oculto al mundo tus besos? Arrebatados, descolocados, míos el diminuto espacio en que te tengo. Y te digo que te quiero porque te quiero en ese preciso instante en que me besas. Podría, podría amar toda tu neurosis y tu seguridad infinita.  Tus piernas largas, tu abdomen plano; y verter en tu boca mi boca. Me quedo en silencio y contemplo como quien admira un recuerdo, tu locura intermitente y mis miedos. Miedo de tus caricias vastas,  y tu cama improvisada. No quiero amar todas tus virtudes ni ser fanática de tu belleza, prefiero andar con tus demonios y ser pensamiento continuo en tu cabeza. Coleccionar contigo los silencios y huir juntos de nuestro hastió, soltarlo todo; dejarlo todo.  Por fin, encontrar nuestro refugio como los muertos lo encuentran. Viviana Nevárez

• No estaba muerta •

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Cuando creí que estaba muerta en vida, me mentía. No hay tal cosa, no es muerto el que respira, se le llama abandono al sentimiento de ausencia. Uno abandona las ganas de despertar se deja el cabello desprolijo  y sucio, con los ojos a punto de secarse. Uno abandona; el amor, por amor, para nada. Se arrastran los pies como si nos pesaran cuando el peso más grande está en los recuerdos, en las fotografías, en las canciones; a uno le da por olvidarse.   Te olvidas del  día por días, de ti, de los otros, enraizados en pasado. Verdugo, verdugo es el creerse muerto cuando estás vivo, vivo… ¡Vivo! Y te duele la punta del dedo gordo las manos, las piernas por huir del tiempo, te arde el pecho; te sobra el alcohol. Y queda espacio siempre en tus brazos. A mi nadie me dijo que no había muerto y me senté a esperar el sepelio, las lloronas de media tarde; mi propio lamento. ¡Que sí me voy, que si me quedo! Mie

• Con M de tu nombre •

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Me siento a esperar tu llegada, pretendiendo que toques la puerta  (y mis senos) con ambas manos tomes mi corazón de golpe. Carne cruda, palpitante. Al viento no quiero gritar nada a mi no importa que otros escuchen, que hablen de ti, de mi, de todos. Yo quiero sollozar en tu pecho está noche. Me pido a diario un minuto para no amarte de pronto como en el cine, como en los libros; como en cualquier poema decente. En las calles me escondo de los amantes de los abrazos que se regalan en el parque, con el deseo de encontrarte; a veces poseerte como mero objeto; deleitarme. En una frase te amo, y te olvido a la otra, como un capricho; con la manía de hacerme ausente, invisible a las promesas, al amor y al hombre. Querer… querer hilvanarme a tu piel, a tus lunares. Espero paciente que el sol se oculte porque soy amante de las estrellas, del cliché de cobijarnos juntos  y hacer el amor o empezar una guerra. A

• En la guarida del silencio •

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En la guarida del silencio tus ojos son lámparas, de tu respiración mi aliento; con todos tus besos el universo. Con las palabras de ayer una fuerte cuerda para tirar cuando haga falta para amarrar ahí mi cabeza. Mover la silla que me sostiene cerrar todos los ojos que observan, siempre ansiosos, morbosos; ¡qué salte, qué salte! Sobre tu cama descanso para ocultar mis heridas, todo cuanto he vivido nada que te haya contado ¿Para qué me pides una historia? yo tengo recuerdos, trozos, de mis amantes inciertos; los cobardes, los hambrientos. Los enamorados de mí, de ellos, hoy de tus brazos, tormentas barreras para jamás tocarte (ni con el pensamiento). En una cueva, después del infierno, coquetearte eternamente. Alimentarnos del desvelo, amarnos por tres meses… Pues comentan que el amor, es simple y pasajero. Los olvidados lo dicen, los desconsolados lo lloran. En la guarida del silencio fing

• De aquellas noches, en ti •

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Contaré lo que escondes cada noche: esa manía tuya por revolverlo todo, beber, beber hasta creer que olvidas; volver y volver para sentirte igual. Y no voy a dedicarte letras, frases que han sido manipuladas por mis heridos sentimientos por mis sentidos pensamientos. Voy a contarte a ti todo lo que no te cuento como querer decir que te quiero aunque no te encuentre, aunque estés tan lejos. Que sea la noche el último testigo de aquella primera noche, de aquel estúpido beso. De tu casa, de tu cama y ese cuarto. No es excusa el alcohol ni tu duelo. Es pretexto tu sonrisa boba a mitad de la noche y sollozar debajo de las sábanas; pero que no sepa el mundo lo que fuimos. Un instante que se perdió en el abismo un pequeño respiro y un enorme suspiro, la mitad de todas tus miradas; tu copa vacía pero tus manos llenas. Voy y me voy porque así lo decido después de todos tus silencios después de todas tus caricias; en un mundo gigantesco nada

•Después, después •

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Después se metió el sol y se asomó la luna en el último suspiro me encontré solitaria, y es que nadie me ha enfrentado, ni nada; y yo que no he querido ya, buscarme. Atrás, coleccionando rastros de los días pasados cuando era tu rostro espejo del mío cuando en tu cama dibujamos espasmos, y había guerras cada mañana. Se ha quedado todo en nada,  en recuerdo como muleta rota, inservible. Falso el remedio. Es ésta enfermedad la que padezco de letras, de pensamientos. Por un hombre, dicen todos. Por todos, digo yo, porque no hay calma, hay sólo tormenta y tormentos en mi habitación. Escasa de llantos, escasa de amor. Después me bebo otro tequila, un poco de vino; cualquier sedante. Pretendo alongar mis vicios, convertirlos en constantes. Los vicios son el circo de ésta simulación en la que vivo. La última gota de alcohol, me siento igual, con el tiempo que se queda conmigo. Con el tiempo que se quedo contigo. Píldoras, con ellas atraigo el sueño, arranco

• ¿Y qué si…? •

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No vas a entender mis pensamientos la manera en que te busco a media noche, quizás deseándote en secreto. A tu recuerdo no me aferro, no eres pasado no has dejado de ser presente, de vez en cuando; nos vamos y nos perdemos. Uno del otro como medrando el tiempo. Vuelvo atrás para contar los meses que han pasado la velocidad con que tomaste otros brazos, en un pueblo pequeño una mujer ingenua; a veces pienso que eso deseas. Necesitas… Puerto seguro para tu embarcación inestable tierras fértiles para tu deseo de macho, siempre me pareciste aterrador, con toda esa seguridad. ¿Y qué si te digo que te quiero? Que odio ver tus fotografías al lado de tu reciente adquisición, otra modelo de monitor, de noches y conversaciones largas; otro algoritmo que de vez en meses se convierte en piel. ¿Y qué si a veces pienso en comenzar de nuevo? Y desempolvo aquella foto (que nunca te di) donde nos damos un beso, donde escribí temblorosa: ¿

• Te esperé •

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Te esperé como si fueras a volver en la misma ciudad, en el mismo sitio y hasta dudé en cambiarme la ropa, por aquello de que no me fueras a reconocer. Puse mi mejor sonrisa, preparé un discurso el mejor de todos. Un poema  te escribí sin rimas sin sistemas. Con los brazos abiertos, esperé; para abrazarte fuerte. Ya no mido el tiempo en horas, días, meses, pero hace ya varias lunas que te espero y muchos, demasiados soles. No llegas. Me da miedo no verte volver por mi puerta imaginaria. Soy una extraña en una ciudad conocida. Un muerto entre los vivos, un adorno descompuesto; la mitad de algo o nada. Porque te espero, como si aún me quisieras. En el remoto caso que no vuelvas te pido mis recuerdos, todos. Las cartas, las letras, todas las fotografías, todas las vivencias. No te quedes con nada, no me llevaré el polvo. Te esperé, en pasado para que crean que ya no lo hago para engañar a quienes me señalan;  los que se burlan. Ellos que saben que no

• Desde mi ventana •

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Desde mi ventana observo el cantar de las aves al amanecer, unos niños, tristes, corriendo; y el mismo perro sin hueso que roer. A nadie le importa ya el silencio la perversión o el ocio, en un mundo a todo tiempo no hay tiempo para perder. Desgastar minutos en un beso haciendo el amor o teniendo sexo acciones, actos que no generan ingreso; desde mi ventana observo… Orgasmos contenidos en las camas debajo de las sábanas, tensas; ni una arruga ni huella alguna de guerra. Ya no hay combates de cuerpo a cuerpo, desnudos. La noche llega y se abren los bares lugares que señalan como infiernos, es el edén de los solitarios; el alcohol cobija cuando hace viento. Desde mi ventana observo, la copa vacía el cosquilleo en mis labios ansiedad por sentir un beso, acariciar un cuerpo; brutal, bestial; un salvaje que diga: ¡a veces, te quiero! Aquí no hay espacio para las caricias para los espasmos prolongados, los encuentros se guardan en agenda. ¡Has

• Loco •

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¿Qué te digo que no se haya dicho aún? sí dibujarte entero cada lunar o cicatriz o arrancarte besos, esos que se anidan. Llamarte loco y convertirme en delirio (tuyo). Despierto con estas ganas de ti, y no eres. Transformando mis ansias desesperadas, en letras en juegos de preguntas y respuestas mejor me callo, antes nada, después todo. ¿Cuál será el tono de ese gemido tuyo? como si fuese un lamento del verso no nacido o de poetas fallidos disfrazados de ranas croan y croan esperando afinar algún lamento. ¡Ah el silencio de tus manos termitas! loco te habrán dicho ya, insulso, quizás dame caricias que devoren pasados, alas; que con tus labios incendiemos los miedos. Que muchos quieren y pocos dan, transparencia; gritar verdades, algunas impuras; otras pueriles. Hacer eco en algún cuarto lleno de un nosotros colorearnos paisajes para decolorarnos después. ¿En qué tipo de roca nos convertiremos, al fin? serás piedra gigante de esas que cierran camino

• El puro no •

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¿Qué será lo que esconden tus besos? ahí donde habitan tus recuerdos tu miedo que es mío y de nadie. Árbol de raíces anidadas, tierra de ti. ¿En dónde acomodo mi llanto cansado? en tus cajas empolvadas de pasado en las noches cuando nos deseamos; savia de tus ojos que guardo ávidamente. No me des promesas insufribles, etéreas, no quiero siquiera palabras como rosas: delicadas y suaves, como hojas de cristal; débiles pero hermosas. Yo no quiero eso. Pájaros muertos como sones sin son yo no quiero el puro no, sin lamentos, noches pardas de cuervos sin larvas. Trozos de ensueño, moralidad y sosiego. Todo solo, el puro no de frases gastadas papiros amarillos posados en tus piernas letras moribundas, disipadas, gangrenosas; usurpadas por demonios diligentes, falsos. ¿De dónde sacaré latidos para resistir? la delicia de saberte mío sin mi y sin ti devorarte cada centímetro, saciarme; de conteneos como péndulos perfectos. Yo no quiero ofrendas resplan

• Tú no •

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Tú no entenderás, no ves y no quieres ver que el cielo se deshace siempre entre tus dedos. Vamos a hablar de carne de lenguas que luchan de labios que devoran; como estrellas,  las caricias. Tú no eres río, lago, en tu sexo nacen y mueren océanos. Tributo a todas las noches. Te vienes, como viene el tiempo. De a poco y en silencios prologados. Como susurrándole al deseo. Y yo, yo en las tinieblas me quedo. No espero, no pretendo y no he de buscar. Nunca nada tuyo. Serás lo que siempre has sido. Libre. Dueño y señor; poseedor de algunos de mis delirios, nocturnos y por azares etílicos. Tú no podrás sonreírme bajo la luz caliente que emana de día, lo tuyo es el destello; una mancha que prevalece, sin molestar. Yo voy a esconderme de pronto sobre y bajo un colchón viejo, entre tus piernas; que bien entiendo, y seré de pronto un buen espectro. Con los reproches del mundo un par de gritos, una copa, humo,

• Si me quedo aquí •

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Si me quedo aquí sentada, estallaré y no serán mis sesos la única preocupación. Habrá miles de ideas sangrando por ti, palabras moribundas y consciencias suicidas. Colgaré mis ojos frente a mí, en una ventana para ver todo lo que se desgasta, observar de noche como cae el llanto ese que no reconozco y que pretendo ajeno. Si me quedo en casa no sobreviviré me acompañara una soga, navajas y pócimas  para hacerlo todo, de golpe. Que no quede duda, que no exista falla.  Si me voy de aquí ¿a dónde iré? si estoy segura que mis pies tienen memoria, y no quiero llegar a rastras a tu puerta; con las pestañas caídas y las manos cansadas. Y no quiero ir a ver tus ojos con ese halo de resignación  para encontrarme con tus sueños, todos frustrados y tu guitarra colgada en la pared. No quiero siquiera sentir que te extraño. Pero pretendo hacer lo mejor que puedo medio seguir viviendo, medio sonreír; porque estoy de acuerd

• Y van, Iván •

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Y van a caer los días como cae la noche Iván ¿qué es tu nombre, hombre? en el viento se acomodan tus palabras el saludo diario, el suspiro. Las hojas también caen sobre tu cuerpo, se acurrucan en tu piel blanca, luminosa; como la niebla, adornas el pensamiento y van a cantar las aves tus memorias. Al son de atardeceres olvidados así navegas por océanos innombrables, Iván, de secretos te construyes, de preguntas por lo desconocido que eres, somos. Ojos perdidos, ausentes, de niño de ilusiones mortuorias y heridas, amores que han dejado marcas, canciones, risas y burlas. Y van pasando los años… Con el preludio del abrazo la osadía pretensiosa de saborear tus ideas, ¡Ojalá sean de azúcar tus sonrisas! para empalagarme un rato al oscurecer. Y van con tus pasos, los míos;   moribundos, en el espejo del cielo nos veremos un rato para decirnos lo que inventemos al instante para dejarnos siempre, para olvidarnos nunca.

• Cíclico •

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Hay historias que se repiten poco, demasiado… en un círculo interminable. Repite tu nombre y deja de ser un extraño. En tu sonrisa se fijan mis labios en el sabor que tendría tu boca, destellos, gritos desesperados por encontrarme contigo. No hago al tiempo mucho caso porque con tiempo nos tropezamos, un día cualquiera y tal vez una noche. Hay abrazos que he guardado algunas palabras soeces, un canto desentonado; frases baratas, frases de enamorados. De tus ojos guardo el encanto un hechizo,  un amor que está enterrado; bajo tierra, bajo llave; bajo o sobre tu regazo. Oraciones que no se dicen como:  a veces quiero besarte, otras sólo estar uno al lado del otro. A veces pretendo amarte, no de golpe sino de instantes. Hay, siempre ha de haber aun cuando parezca vacío, ausencia, carencia; hay un cariño que por ahora es sólo mío. Viviana Nevárez

• Ya no te quiero •

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Ya no te quiero. Hay días que finjo que te extraño, me pongo a llorar pues te he olvidado. Olvidé, te juro que ya olvidé tu rostro el color que tenían tus ojos el olor de tu cabello y torso. No recuerdo tu sonrisa, busco en tus fotografías un trozo, una chispa de tu embrujo. Ya no te quiero. Me quedo quieta casi ausente casi muerta. Siempre a un poco y a tanto, ya no siento tus caricias. Dicen, todos dicen que en mis sueños te he encerrado. Lo creo, algunos días algunas noches; cuando te digo: Ya no te quiero. Secuestrado bajo mi almohada, en el océano que te lloré en tres años, ya no te quiero; me digo y me convenzo. A gritos, a golpes y bofetones me enseño a olvidar tu nombre a decir y decirle al mundo; ya no te quiero. Porque he dejado de creer en el hombre, en la mujer que con el amor; hacen daño.  Ya no te quiero ni a tu sombra que me persigue, ni a todas las memoria

• Yo no estoy •

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Yo no estoy, no estoy para pedirte tampoco para darte. No estoy cuando me buscas y no pretendo ir a buscarte. Yo no ando vendiendo besos; canjeándolos por lisonjas.  Al alba no me verás ni vas a encontrar sonrisas, yo no estoy para levantar tus cenizas. En muchos caminos me he encontrado de muchos lugares me he marchado, con lágrimas, con desdén; de sobra me sé el proceso. Yo no estoy, no estoy para los cobardes tampoco para héroes. Ni príncipes ni poetas. De hombres, también de mujeres, escucho al roble cantar le crujen las ramas, las hojas; con ganas de no escucharle. En mares poco profundos riachuelos y algunos charcos, he lavado mis ojos secos. Yo no estoy no soy aquello. Podré ser un suspiro podré ser un lamento. De la espuma del mar, el viento, las letras que son mi desierto. Un canto, un recoveco, la famosa espina de rosa; tormentos. Yo no estoy  para las lu