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Mostrando entradas de agosto, 2011

• Nada queda •

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Nada queda de tus labios por el gusto de hacerte, invisible.   Nada queda para no hacerte fantasma. Ni huellas o cicatrices que digan que existes. Por eso el vacío, ausencia, y la pila de hojas secas. Cada tarde, desnudos, danzamos en cualquier cama. Tú en la tuya, yo en la mía, cuerpos alquilados. Sientes el absurdo, el tiempo, que como sudor se escurre; por cientos de pieles… ninguna ha de quedarse, ninguna. Nada queda de tu sexo del jadeo incesante, abrupto; encontrar las puertas abiertas y el deseo puesto sobre la mesa. No queda ni susurro cansado o promesa matutina, llena de esperanza, despertares. Siempre el tiempo perece. Se va con el sol, con la tarde y con la noche que aguarda entre mis muslos desiertos. Y estás como el muerto, bajo tierra.  Viviana Nevárez

• Hablando de morir •

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Que sea aquí, entre lo efímero de tu cuerpo indecente sobre la nube del recuerdo que te abraza por las noches. Bajo tu vientre, donde se anida lo impúdico y solemne, hablando de morir, con tu sonrisa placida frente a mí. Para que sea lo que no es, demencia atemporal fortuita, marea interminable de arrumacos que arrebatan: silencios, demonios que asechan en los sueños. Poesía de locos, sin sentidos, para no hacer de lo obvio un fastidio. Será, hablando de morir, que tus labios se fatigan de ser sed de manantial, agujas de cristal, papiros imperfectos, víboras que nacen y crecen; como soeces deslices que caen para anidarse, para perderse, sosegarse. Y es que no andas para quedarte entre mis despistes para cargar con mis cansados parpadeos, inestables, pero te quedas, como quién espera sin premura; no para lanzar los escombros al fuego sólo para lamerlos. Porque hablando de morir, nos secuestran los deseos, de madrugada; cuando la ciudad calla y los vivos duermen. Cuando los ausen

• Amor •

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Nadie entiende que no hablo de amor. Que salir a cenar y darse un beso no es amor, ni una caricia. El amor no es un trato una cita ocasional, un regalo. Amor es un sentimiento secuestrado un preso de mil demonios. Y amar es una condición extraña, como decir 'nunca' o 'para siempre'. Palabras ociosas para promesas absurdas. Entre hombres el amor son senos, y piernas abiertas. Deseos e impulsos, amor es un segundo, y olvido. De mujeres, el amor es una feria a veces un trauma, una obsesión enferma, listas interminables de ambiciones; historias falsas, clichés malditos. Por esa razón, razones, no hablo de amor. Yo no creo en príncipes, ni princesas; ni busco un hombre para ser feliz, amar es un riesgo, amar… Y hoy, en este día de sol y sudor de lágrimas añejadas, de soledad interminable yo no tengo a quien amar; y no sé; por tanto, qué diablos es el amor. Viviana Nevárez

• Amé tus besos •

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Amé tus besos tiernos, tus labios tersos aunque fuesen pretensiones lo tuyo, una noche de sexo, caricias vanas; un juego que ha sido popular. Me hubiese gustado ser otra para acceder a tus impulsos de hombre y tener la naturalidad de tu sexo, olvidar, como tu olvidaste a tu mujer. Olvidar cualquier compromiso, o riesgo, como creer que había algo más en ti aunque te llamase necio, mustio… y supiera que no te volvería a ver. Amé la naturalidad de tus palabras y la seguridad de tu ser, el fuego interno. Amé creer que eras sincero, disimulando, que evidenciabas tus farsas. Ni siquiera conozco el nombre de ella o la manía que tengas al besarle, pero me entristeció el momento; el concepto, y pasar de la sonrisa a la angustia. Caí en el mismo juego que a veces aborrezco encontré en tu gesto, murmullos y recuerdos, y un niño haciendo maldades; y un hombre cuerdo, dispuesto a ser pedestre. Amé la noche y la mañana que compartimos tan pocas horas, tan pocas frases. Y hubiese querido fues

• De locura nocturna •

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Yo quisiera amar con todo el cuerpo de dentro hacia afuera, amar. No tenerle miedo a ningún beso y dejar de dudar de cada frase. Ser como la noche, serena. Enredarme cómodamente en tus brazos; pintar sonrisas sobre tus labios, y hacer de tu pecho mi almohada. Que me llames loca y no temas que no te asusten mis manías, la locura nocturna que me asecha y esos desplantes compulsivos. Dormir escuchando tu historia del día. Ignorarte a veces, fingir que atiendo, conocer el gesto de tu rostro furioso y que sepas que odio despertar temprano. Yo quisiera que fueras un cómplice que de noche me tome la mano, no hacer el amor, sólo besarnos… Esperar que amanezca; callados. Hacer de la noche una locura nocturna donde tus brazos encuentren mi cuerpo, imperfecto, descuidado. Y no tuyo, sino mío. Pero darte y darnos, un espacio; mil recuerdos. Llamarte y decir: ¡te extraño! escucharte llegar, atento; no decir nada. Quisiera, compartir contigo mi remedo de sueño, no esperar que te quedes, no t

• Llorar, llorar •

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Llorar como si las lágrimas no dolieran llorar a chorros y sin descanso, llorar desde las tripas, casi agonizando llorar como se llora por un cadáver. Del amanecer hasta que llega la luna llorar porque el dolor invade, asfixia; llorar aunque no se quiera después de todo, de llorar no cesa. ¡Ay de ti mujer! Llorando llegaste, llorando, y te has de marchar llorando. ¿Qué culpa tienen los otros de tu llanto? de la decepción que parece la vida. Llorar como si no hubiese nadie llorar porque te has roto en pedazos, sin remedio, sin regresos. Llorar porque eres puro fragmento. Han pasado los años en vano, mujer y sigues llorando como el primer día, llorar llorando, llorar. Y aún no sofocas el fuego. Llorar pulmones y recuerdos besos de alcoba, besos de locos; impacientes. Llorar hasta quedarse quieto, sólo. Y que el día se acabe y jamás regrese. Llorar abismos, sangre, llorar. Viviana Nevárez

• Después de unas copas •

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Te robaré una tarde después de unas copas aunque olvide tu nombre y no conozca tus vicios. Sabrás que no soy perfecta, que nunca lo he sido sabré que eres un desastre, deleitable. Jamás haremos nuestra una canción o estrellaremos los besos en el asfalto, yo no quiero conocerte de golpe; y olvidarte igual. No quiero recorrerte en segundos, saberte de pronto. Te diré que he mirado en tus ojos melancolía algunos recuerdos tristes, amores, ilusiones; y esos labios que gritan tus sueños. Y eres sólo un hombre que se cruzo en mi camino. Después de unas copas no habrá inhibiciones y seguro nos vamos, y seguro nos vemos; pero no quiero ser amiga de habitaciones… siempre distintas, siempre fugaces. Llegar de noche y salir a hurtadillas de madrugada. De tu vida, de tus manos, de tus brazos incautos. A veces me cansó del hastió de llorar por las calles, de cargar a los muertos. Y en esta noche todo será distinto dime otro nombre y desaparece, invéntate; si no has de quedarte, calla. No iré

• Con alcohol •

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Con alcohol se curan las penas, se sanan heridas; se desinfecta el alma. Por eso bebo a diario cualquier botella, para olvidar que duele para olvidar que siento. Todos van cargando su disfraz barato la máscara perfecta, ideal; todos cantando, refiriendo el mismo cuento. ¿A quién le gusta cargar con muertos? tenerlos como amigos, compañeros, hermanos, besarles el rostro, la mano. …Arrastrarlo a todos lados ¿a quién? con humo se mata el tiempo y se maquilla la cicatriz. Vicios, dicen los de afuera lo que señalan sin miedo los casi dioses. Con alcohol eres don nadie. Pero yo quiero, yo quiero ser una sombra entre las calles, que todos me olviden yo quiero no-ser nada, no-ser nadie. Olvidarme, olvidarle… Viviana Nevárez

• Moreno •

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Tú no andas, flotas con descaro te bebes el sol, la luna, todo el alcohol ninguna penuria. Moreno, del alma de la piel, que es tu lienzo. Yo te digo que te quiero desde siempre pero no desde siempre te busco, no eres cobijo, susurro; no eres capricho ni evasión a la tristeza. Yo no sé nada de tus besos, de tu aliento nada que no sean tus manías soeces, tu cigarro en la mano, imprudente; tu licor barato, tu refugio falso. He sabido, con los años, de tus aventuras y desengaños, del amor; cada palabra que te juraron cada juego sexual y fantasía. Moreno, nunca me he visto en tus ojos no recuerdo su color, ni un poco, pero sé que en cada encuentro callamos; evitando la mirada, como huyendo del atisbo. ¿Qué será lo que esconden las pupilas? Algún reclamo sepultado, el azar, la promesa de no ser, pero pretender… aliarnos de vez en cuando. Desaparecer. Tú no eres terreno austero, desconocido pero hay secretos no revelados, ángulos perversos, dóciles o envenenados donde eres otro y te ve

• Cuando menos lo espero •

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Cuando menos lo espero, cuando casi te ignoro cuando por poco y te olvido, te recuerdo de nuevo. Y llegan murmullos de tu vida, con ella secretos que ventilan y el hijo que esperan. No quisiera saber tanto, no quisiera escuchar, o despertar cada día con tu rostro, y su mirar, me duele querer olvidarte, borrarte, dejarte ir; me duele más no hacerlo, vivir contigo y vivir sin ti. Aún camino como antes, pero más lento aún sufro por las noches mis dolores de cabeza, pero lloro más y sonrío menos; cuando menos lo espero me haces falta. No pudimos decir adiós de la manera adecuada tuvo que ser un tormento, una agonía sin fin, tenías que arrancarme el alma, el corazón, y regresar e irte, y regresar e irte… y regresar e irte. A la noche le susurro siempre, que yo espero estés bien tan bien que ni me recuerdes, tan bien que ni extrañes ni una sola de mis caricias ni algún sueño que no cumplimos. Yo no espero un día saber por qué de la nada te fuiste. ¿Será que mis brazos te eran insuficie

• Lo que tú no entiendes •

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Lo que tú no entiendes es que yo no puedo amar a través de la distancia o con ella; y fingir que tengo poderes… Para soportar que una caricia no sea más que una palabra dirigida al espacio, ese que nos separa. Mejor así, sin daños ni tormentos. Porque al viento no le hace falta nada ni al cielo, y a la distancia le sobran pretextos para engañarnos, siempre; entre el hola y el adiós, hay mucho tiempo. Lo que tú no sabes es que te aferras a un muerto, a unos labios fríos, perdidos; te abrazas a una fantasía sombría. Y no quiero atarme a tus brazos, lejanos, a tu mirada de niño perdido, casi inocente hambriento de roces y sueños; por eso me he ido, me voy. Consciente de que he dejado cicatrices en tan corto tiempo, y no olvido, cada momento, cada beso; y esas caricias esperanzadas. Lo que tú no entiendes es que ya no estoy dispuesta a ser quien cruce montañas, carreteras; quien une los puntos, quien entrega. Y sé que en tu enojo de hombre en tu orgullo innato, en tus delirios, me

• Tú, hombre •

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Ordinario, irónico e indescifrable como el tiempo y sus azares, como el viento y las aves; demasiado libre. Acostumbrado a ser uno y no uno conmigo, u otra; pareces sediento sólo de sexo, aventuras fugaces. Pareces certero, genio, seguro como sí el mundo te aburriese y cada espacio, como sí no hubiera secretos. Yo no tengo ganas de buscarte de llamarte por tu nombre. Decirte que estás loco y que a ratos, te extraño. Inmune, quiero hacerme inmune a tus llamadas nocturnas a tu presencia inestable a ese cuerpo, esa voz… Besos que sólo tú sabes dar: de humo y licor, de ansia; veneno que vive en tus labios y fuego que duerme en tu vientre. De ahí, en esa cuna marchita en ese espacio que es centro ombligo de locura, delirio; puerta al sur, licencia al infierno. Ahí pudiese morir mil veces y resucitar igual, para beberte cada tarde, cada noche sin tener que negarte al salir el sol. Viviana Nevárez

• Yo no quiero •

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Yo no quiero ser aire ni estrellas en el cielo ni un momento ni un juego. No quiero amores perversos, sedientos, cansados. Al tiempo lo ignoro con todo y sus tormentos correr, gritar, enojarse; ya no quiero fantasmas. Dejar ir, volar, desistir de arrastrar muertos caminar sin regreso. No quiero hacer mucho. Sólo, tirarme al suelo reír, abrazar, besar; pensar que te quiero, amar. Por un instante, dos, después dejarnos decir adiós, olvidar.  Viviana Nevárez