• No estaba muerta •
Cuando creí que estaba muerta en vida, me mentía. No hay tal cosa, no es muerto el que respira, se le llama abandono al sentimiento de ausencia. Uno abandona las ganas de despertar se deja el cabello desprolijo y sucio, con los ojos a punto de secarse. Uno abandona; el amor, por amor, para nada. Se arrastran los pies como si nos pesaran cuando el peso más grande está en los recuerdos, en las fotografías, en las canciones; a uno le da por olvidarse. Te olvidas del día por días, de ti, de los otros, enraizados en pasado. Verdugo, verdugo es el creerse muerto cuando estás vivo, vivo… ¡Vivo! Y te duele la punta del dedo gordo las manos, las piernas por huir del tiempo, te arde el pecho; te sobra el alcohol. Y queda espacio siempre en tus brazos. A mi nadie me dijo que no había muerto y me senté a esperar el sepelio, las lloronas de media tarde; mi propio lamento. ¡Que sí me voy, que si me quedo! Mie