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Mostrando entradas de abril, 2011

• Mentiras verdaderas •

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Habrá que ser fantasmas olvidarnos mutuamente, esperar que pase el tiempo; pronto, antes de hacernos viejos. Se ha ido el invierno, triste, nos dejó frío el alma y el corazón un andar incierto un verano que se ve desierto. Ayer las rosas te perseguían para perfumar tu vientre la lluvia aguarda celosa busca hidratar tus labios sedientos. No me quedan caricias nuevas ni ganas para incendiarte sólo poseo una llama, un beso, medio tieso, medio muerto. Y no sé, cariño, no sé sí con cenizas llegará el fuego una chispa que nos diga algo un segundo que ya no tengo. Beberás elixir de otro cuerpo de dos montañas, los senos, el tamaño perfecto; es justo, que una mentira se haga verdad. Llamaremos a todo mentiras, verdades que ocultar, estragos; como suspiros. Amor sin maquinar, que sea la furia del recuerdo que se desea olvidar. Mentiras verdaderas para desayunar y una taza tibia de ingenuidad, ingenuidad para creerte, esperar:  que la luna sea de queso y tú aprendas a amar. Viviana Nev

- Memoria 7 -

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Era un día de verano, como los de hoy, de esos en que la piel no encuentra sombra. Eran noches donde nos fumábamos el sol, y el sudor era un elixir. Yo sé que mi memoria a veces me traiciona, veo tus ojos más grandes de lo que son, y tu cuarto más hermoso. Pero recuerdo, muy bien, como llegaban tus manos a mi pecho y bajaban hasta mis senos. Siempre buscando un pretexto, ahí, donde no había rencores encontrados ni celos por nuestros pasados. Yo amé siempre tu locura, tus saltos por toda la casa, pero sobre todo; amé tus labios de madrugada. Aquí en esta isla tan oscura, con este mar que me reclama; no tengo respuesta a mis preguntas. No hay remedio para la herida ni besos ni cuerpos que alimenten mis ganas. Pero esta vez, espero envenenar mis memorias, poco a poco; con cada palabra dicha y cada vez que propusiste fuera una amante después de ser enteramente tuya. ¡Qué memorias tan distintas! Al final no existe ni odio por tu recuerdo. No existe un yo contigo o un tú sin mí. Tan sólo

• Te amé •

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Las ramas secas se quejan arañan las ventanas, celosas, yo les cuento de tus ojos bajo la luz de la luna. Qué amé tus labios furiosos y tus manías más molestas yo amaba despertar en tus brazos, cansados de tocarnos… Enamorado estaba el ritmo y el tiempo no existía éramos el beso más sediento y la envidia del lamento. Yo te amé más que a la vida y a la muerte, que idolatro. Acomodé mi cabeza en tu pecho, susurramos un te amo. Fueron los días más felices de sexo y conversaciones de reliquias obscenas e ilusiones compartidas. Yo te amé hombre, encanto, como se ama una vez por siempre y sin reclamos sin pausan ni intereses. Amé tu enojo, frustraciones y tus lágrimas de infante, cada madrugada, tu cuerpo; amaba amarte sin pesares. En demasía, aunque reclames; hoy el tormento es recordar que te amé sin limitantes a deshoras sin premuras… Amaba morderte la lengua dibujarte mis poemas soñar que había un para siempre aunque en un instante muriese. Te amo, te amé, en abundancia en care

• Solitario en primavera •

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¿Cómo le explico al viento que las ramas le aman? Y a las hojas del árbol viejo; ¿cómo exigirle caricias? En la mundana primavera para los locos enamorados y las flores presumidas; el solitario no existe. El sol calienta las almas la sangre les hierve, es amor, dicen los que pasan sin quedarse. Los solitarios duermen. ¿Cómo le declaras al tiempo que las cadenas se rompen? Y los enamorados mienten. Que la noche es eterna… Las aves preparan su ritual hacen del cielo un lecho casual, el solitario llora sin parar añorando los recuerdos, resistiendo. Bajo la sombra de un hombre reposa el nombre de una mujer algún beso prohibido, algún dulce placer. Los solitarios se encuentran se dan la mano, intentan renacer, el polen fermenta caminos el solitario persigue la miel. ¿Cómo decirle al reproche que sobrevives sin él? ¿Cómo convence el solitario al amoroso infiel? La luna es testigo del brebaje, de suicidios primaverales. Los solitarios se cansan; la muerte les brinda hospedaje. Vivi

• Siento… •

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Siento, lamentablemente, porque tengo un corazón, late; sin descanso. No hay remedio para la tristeza… Cada día pasa como nada así como el río sigue su cauce y las aves emigran, mariposas; siento que me invade la noche. El tiempo asfixia y los suspiros y mi rostro sepultado en el espejo, me traen recuerdos mis ojos hojas de otoño, flores de verano. En el invierno me escondo con el deseo ferviente, soez; vaciarme las venas, desvanecer tener de amigo un bisturí. Siento, porque dicen razono y no quiero hacerlo, pero versó; por impulso, irrigación… como necesidad y alimento. Espero dormir un largo rato sin demonios que me llamen sin mentiras, amores o desaires; siento carecer de entusiasmo. Me duelen los labios, resecos, hastiados de besos espinas y lenguas venenosas. Me niego rotundamente, lo hago… Siento dejar explicaciones, a medias. Incoherencias, locuras, y mil letras ahorcadas pero los muertos se esfuman. Me voy, pero eso no lo siento no como las llagas, la herida; el tormen

• Un libro de Sabines •

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Tengo un libro de Sabines que me recuerda a ti. A ti y a mí, un día de diciembre; y te escucho decir: "Los amorosos callan…" y las sonrisas me despiertan, tu madre me da un abrazo tu hermano canta una canción. Hace meses arranqué la foto la que yacía en primera página; tú y yo, y un beso romántico, digo, estúpido. Quisiera fragmentar el libro hoja por hoja, destrozarlo; evaporar cada frase y palabra no recordar ningún poema. Tengo un libro de Sabines que no le pertenece, ni en versos ni en rimas fue nuestro, fue tuyo. A veces lo recito, para mi sola en este cuarto frío y entonces lloró, y lo dejó; regresa a su sitio. Un librero. Como otros, no sirve de mucho son un montón de hojas con tinta y recuerdos, y hojas y tinta… tus besos, tu familia; la mía. "Me gusta cuando callas" decía y decíamos, aferrados a ese libro; como un cristiano a la biblia como un niño al caramelo. Tengo un libro de Sabines lo guardo con día y año ¡qué cursilería! ¡Qué nausea! pero es

• Amiga •

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No sé cuántos años son días que hemos compartido tal vez pocos, muchos, soleados, nublados ; tormentosos. Juntas, aún con distancia y el tiempo que nos rebasa primaveras y otoños y las sonrisas que guardamos. ¿Qué nos quedará del pasado? ¿Qué sobrevivirá al futuro? amiga, casi hermana; mujer y alegrías. Me voy atrás a traer recuerdos las primeras palabras tímidas y conversaciones frías, cada una y sus pasiones. Guardo celosamente tu cariño el tesoro que hemos reunido, entre amores y lágrimas; o secretos. Nos llamamos y pensamos: ¿qué nos ha pasado, amiga? de niñas a mujer, tu madre y yo compañera. Podrán suceder mil cosas el mar volverse loco, el mundo, las personas; pero siempre estaré a tu lado. Amiga, contaré los segundos para ver nacer horizontes el tuyo, el mío, nuestro y entre brazos los sueños. Recuerdo las promesas no tuvimos un hogar de las dos ni aquellos ojos verdes; ideales adolescentes. Pero estoy segura que ha sido mejor te quiero igual, más, pero nunca menos y

• Un favor •

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Es media noche, otra vez, y hay cosas que quiero decir; como: mi cama es fría, mi habitación sosa, estoy sin ti. Pero siempre digo lo mismo, que la tristeza, la soledad, el dolor que no se marcha; las heridas, la muerte ingrata. De nuevo llego el sol, se fue, la luna se posa en el cielo robando la atención a cada estrella; y yo sigo llorando en silencio. Todos se van a sus lechos duermen, descansan; y yo aquí; pidiéndole un favor a las hadas, intentado asfixiar mis palabras. Grito tu nombre en mi almohada para sentenciar mis tormentos, una pastilla, dos, tres, para hacerle un favor a mis males. Siempre termino diciendo que te olvido, no te recuerdo, pero hay fantasmas en mi cuerpo en mis senos ya desiertos. Ojalá esta noche venga mi amante nos perdamos entre besos, con la honestidad presente no soy suya ni él es mío… Es un favor placentero un trato muy bien hecho, fructifico  mis insomnios él olvida a su mujer. La madrugada llega sin pena no conoce de tragedias, yo siempre le

• Miedo de ti •

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Me dan miedo tus apariciones el recuerdo de tus labios, de esos besos que asesinan lento detienen el tiempo, lo evaporan. Miedo a tus ojos marrón aunque creas que son oscuros; a tus muslos pálidos , al movimiento de tus caderas. Me dan terror tus mensajes el encuentro inevitable o el deseo, tanto deseo, que se vuelve salvaje. Por mi puedes ser fantasma ir y venir a deshoras someterme, pero sé mío, instrumento, lujuria o pasión. Tengo miedo de tu rostro esas facciones coquetas; sonrisa de ángel, demonio en realidad. Arde, mi cuerpo arde de sólo pensarte, querer tocarte, recorrer toda la noche tu pecho centímetro a centímetro. Me dan miedo tus palabras y las citas de ocasión el olor de tus ropas el latir del corazón. Odio agitarme tanto por ti pensar que me atraes y resistirme a tus brazos, hombre, eres noche y madrugada. ¿Por qué me buscas a mi? retuerces el camino te juegas el destino pero me gustas así. Me da miedo tenerte una vez más saborear tu sexo, escuchar tu voz devora

• Velador de sueños •

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Navegando en cielo nocturno con las manos palma abajo para sujetar los sueños amamantarlos. Dar un trozo de poesía encanto para el amante o el adolescente perdido velador de sueños, motivos. Déjame sostenerte los brazos ayudar con esa carga, yo quiero encender las estrellas y enterrar algunas promesas. Comprender por un instante el aleteo de la mariposa, el fuego que vive en una rosa; conversar con corazones. Defender con las pestañas el susurro de las aves y cantar sobre una nube que flote bajo el mar. Velador de sueños no me hagas despertar, quiero almorzar memorias bailar, bailar, bailar… Partirme en mil pedazos para desaparecer después, navegar sobre la luna convertir la gloria en burdel. Tomar como cereal la vía láctea y la ciudad cantar, delirar, vibrar; en sus brazos conversar. Velador de sueños, ven, sostén entre tus labios mis palabras, poesías, versos, arráncalas de una vez. Velador de sueños no quiero volver más para ver amaneceres o lágrimas derramar. Viviana Nev

• Morderte •

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No importa el lugar ni la hora, tampoco la gente morderte se vuelve morboso, la caricia perversa posar sobre tu piel mis locuras y complejos con ellos construyes poesía, asesinas poetas (enloqueces). Me tomas, no de la mano, me tomas entera en tus brazos me envuelves como aprisionando y gritando a todos: ¡mía! pero en silencio y sin mover los labios; enmudeces, sonríes, mueres; todo en un instante para recordarme siempre tus delirios constantes. Morderte la vida para llevarme un trozo entre los dientes, tragarte y masticar tu pasado que te ha dejado heridas por todos lados verter mi sangre en tus venas y dejar mi cuerpo destilando: minutos que te sobren, eternos, o algún reproche celoso. Dejar sobre tu piel las marcas de mis dientes afilados, indecentes, la carne a punto de sangrar y tus ojos llorosos, tu vientre mañoso, y el deseo casi vulgar de colorearte el pecho de púrpuras y verdes; marrones y amarillos, coágulos contenidos, huellas por morderte. Dibujar senderos bifurcados

- El último adiós -

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Nos hemos despedido tantas veces, tantas que he perdido la cuenta; como perdió también, el sentido nuestro adiós. Ya no tiene la misma carga que solía tener, pero no hemos sido los culpables; la dichosa culpa la ha tenido aquello que nos hizo volver. Después de todo, siempre es bueno un adiós, definitivo. Adiós, para no verte ni en mi camino ni en mis sueños, porque no hay peor despedida que la que se extiende por años y la que se carga tanto que se convierte en pesadilla. Ya es tiempo de que el tiempo siga su ritmo, sin arrastrarlo como si fuera un muerto. Haré mis pasos más ligeros, y tal vez así; reduzca la condena de traerte colgado en el cuello. Ya no sé si el dolor de cabeza es real o ha sido efecto de mis locuras: llorar todas las noches por más de un año, dibujarme sonrisas falsas, coquetearle al espejo; dormir cuando el insomnio me diera permiso. Escribir cada noche un cuento, para dejar un trozo de mis lamentos en cada uno de ellos, recostarme sobre el piso, para estimula

• Urge •

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Urge encontrar el tiempo para saciar nuestros deseos, terminar con el apetito o extenderlo. Es justo adorarnos un rato por el simple gusto de hacerlo, ser las ansias nocturnas la pasión hedonista. Callar, desentendernos, y hacer de caricias los sueños, prohibidos como tus labios ajenos, y por momentos etéreos. Demorar el paraíso  la promesa tonta y perfecta, hagamos de todo la nada; el vacío simple y dionisiaco. Embriagar los sentidos, bebernos, de tu cuerpo un suspiro y en tu abrigo un tormento, éxtasis suspendido. Urge llamarnos de otra forma cambiarnos los nombres, olvidarnos; detener la inercia, sofocarnos entre brazos. Lanzar al abismo la moral y los suplicios de siempre mordernos la lengua tropezarnos sin culpa. Pasar las noches juntos sobre tu cama o la mía olvidarnos de los otros posponer las mañanas. Es urgente querido nadie, desconocido, ángel, demonio; pues aquí los días se acaban y tu locura se estanca. Viviana Nevárez