Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2011

• No encuentro •

Imagen
      No encuentro tu cuerpo en mi cuerpo no hay huellas de tus manos ni besos de tus labios. Exploro cada noche recovecos esperando, siempre esperando, encontrarme con tus dedos. A media luz y media luna se evapora la calma me visita el idilio. Lleva tu nombre el deseo todo el que guardo debajo, dentro, entre… Mis muslos están desiertos sin una caricia tuya un juego, una promesa falsa. No encuentro tu beso en mis besos ni tu sexo sobre el mío. Húmeda madrugada, saciado amanecer. Querer, dejar… que tu vientre sea colmena cúpula de placeres, mundanos. Arder en los ocasos que te inventas viviendo y bebiendo de tu mar, lluvia de fertilidad. No encuentro tu aroma en mi aroma ni una gota de salado sudor, de esperma olvidado. Converso cada noche con lo posible y lo siniestro, dejar que me ames y que te dejes amar. Todo, siempre, en este cuento sin principio, sin final; el eterno miedo de volver a comenzar...

• Compartiendo soledad •

Imagen
Con nuestras soledades se va la tarde,  cada quién buscando que el tiempo acabe. De golpe, nos hablamos de golpe; para sentirnos cerca, cambiarnos el nombre. En tus manos cargas astillas, reliquias, recuerdos y cicatrices que ha dejado el pasado. Mujeres, millares de mujeres; morenas, rubias… de lenguas bífidas de sangre fría. Arrastras y arrastro, versos; poemas tristes. Libros inconclusos, como historias y besos, de esos que se quedan colgando de la cama, de la espalda, del cuello. Besos olvidados. Así se pasan las horas que no compartimos, de cerca. Viéndonos el rostro, yo tu ojos, tu mi escote. Titubeando, fingiendo… que el tiempo es una excusa que tenemos. Y no hay nada, ni un trozo de tierra donde pararnos juntos, tirarnos.  Y vamos, vamos pasando el rato; pensando: Nos queremos, por instantes. De soledades se viste el cuarto. Lleno,  de todo lo que hemos coleccionado, aromas, estrellas y lunas

• Rebecca •

Imagen
¿Quién es Rebecca Rebecca es una flor regada por la melancolía. ¿Quién es Rebecca? Rebecca es un alcohol que se esfuma al medio día. Álvaro Conchas Salinas 2010 Un poema que encontré entre mis cosas. Un gran amigo, un poeta y un loco que ha compartido un poco de su vida conmigo. 

• Me gustas •

Imagen
Voy a decirlo sólo una vez: ¡Me gustas! Me gustan tus ojos, pequeños, tu mirada distraída. Esa sonrisa. De noche, vestido de briago con un poco de cinismo y un tanto de sarcasmo. Eres, un grandioso desgraciado. A tus labios ignoro para no rozarlos repentinamente. Caer sobre ti, quererte. Mucho, poco, hacer de tus brazos mi abrigo. Una vez, para no sentirme idiota para no enamorarme como loca, de a poco; darnos de a poco el deseo. Me gustas, más que mi vicio al suplicio. Contigo, quisiera compartir contigo: las noches solitarias y de hastío la botella de alcohol y de vino. Un cigarro, un beso entontecido. Me gustas y hoy me apetece decirlo. Viviana Nevárez

• Dame •

Imagen
Dame un segundo para decir que te quiero y te odio. Decir que nos gusta llorar. Con lágrimas, de lágrimas, un beso, un mar. El deseo, esta noche, tu cama, la mía. De pretexto el calor, este pueblo solitario y absurdo. De pretexto, decir que te quiero y me gustas; hoy. A veces mucho otras muy poco. Decir… que tus ojos me invitan, me incitan; a tus labios besar. Pero no quiero sonar idiota, soñadora. No deseo, una respuesta apresurada, amor, caricias vanas. ¡Vete! Sí a media noche no me piensas o extrañas. Hombre. No he podido decir tu nombre, de día cuando estás de a poco y luego te vas. Nunca, nunca has sido agua en mi desierto; ni luna o noche. A tus brazos les sobra espacio, a los míos les faltas tú. Con el sudor en el cuerpo, mil palabras en los labios, un cuento incompleto. Tú, yo… caminos inciertos; alcohol y sexo. Un día, éste día, debe ser. Tú, ausente y perdido. Nocivo, casi siempre cautivo. ¿En qué lugar te busco cuando te va

• Delirio matutino •

Imagen
Espero que el sol se cansé del día. Día, cuna de pasiones y temores. Con el alba, se irían todos los recuerdos. Huir como huye el verano del invierno ajeno, distante; descontento.   A la tormenta inquieta, besaremos; a la nube gris y solitaria. Cómo evitar al sol impaciente a la ola de sudor, agua sal; gota que se derrama sobre los vientres. Con el tiempo estéril de la mañana, nada quiero, nada. Ni un espacio, sombrío. Ni el deseo de ser espectro. Humo que nace y muere en tu boca. De tu boca, el infierno de los pobres, lucha de placeres, de vicios acuosos; agua insípida, rocío de madrugada … Son delirios, delirios matutinos escribir a deshoras, a destiempo queriendo ignorar, creer ignorar. Vamos, ahí vamos, palideciendo con la tarde, ansiosos de noche. Ahogando desesperados la caricia, en océanos circundantes; prestados. De navíos, lenguas ajenas. Amantes, todos sin rostro. Con el sol se ocultan, temiendo al resplandor, al ca

• Amorosa •

Imagen
Cuando llega la noche me llamas amorosa, amorosa porque te beso lento, y sonrío; jugamos a que olvidas, me quieres y te quiero. Amorosa me dices cuando estamos desnudos. En tu cuarto, rincón de tantos recuerdos, de bestias humanas; de sexo. En silencio, callas y soy contigo lo que jamás he sido. Soy la luna, la noche, embriaguez nocturna. A tu cuello le arranco la calma, el sosiego, y te robo algún suspiro. Escalofríos… te provoca mi tacto en tu pecho. Un silencio, para no decirnos nada. Nos vemos. Bajo las sábanas con la noche de aliada tus manos tiemblan como tiembla tu alma, y yo creo que es el cielo, el infierno de tu sexo; vas despacio buscando alargar un instante perfecto. Amorosa me dicen tus muslos, cárcel morena, donde he de perderme siempre aunque me cueste decirte, verte y a veces tenerte. Amorosa entre tus brazos, al sur de tu vientre. Ya le escribí al mundo de tu nombre,  y pedí perdón   p

• Perdón, perdón•

Imagen
Pido perdón por mi manía altanera de aparecer en tu vida y ahogarte con poesía. Le pongo tu nombre a cada verso y tu nombre lo cargo en todo el cuerpo. Perdón por los gritos que no externo y las tardes que paso penando por ti. Pero yo no quiero ser tu hastió, ni pretexto ni fantasma ni un deseo. Sé que de tu mirada me escondo para evitar justo lo que estoy sufriendo, esperarte cada   noche, desear un beso. Perdón por dejarme sentir lo que siento. Ya no quiero robarte el espacio pedir que vengas, dejar que vaya aquí me quedaré serena; esperando… despertar un día y ya no quererte. No quiero hablar de dolor, de amores, de esto que cargo en el pecho de mis dudas sobre tu cuerpo de mis pensamientos siniestros. Pero me ganan los pero y vuelvo contigo, para estar sin ti; aquí sentada, sentada, callada sola… queriendo estar contigo y por ti. Perdón, por lo que calló y lo que no por soñar con tus

• Huyes •

Imagen
Yo también deserto cuando no entiendo pero tu ausencia comienza a hacer daño, tu manía de ignorar que existo y mientras yo te extraño. ¿Qué ganarás siendo un espectro? Si en mi pecho, cada día, te siento. Y no vienes ni a decirme adiós aunque nunca hubo comienzo. No sé si hablamos de orgullo o de los miedos coleccionados. No sé, pero creo que te extraño y te veo en todos lados. Me niego a contar las horas pero termino siendo esclava del tiempo. El tiempo en que no te veo. El tiempo en que no te encuentro. ¿A dónde vas cuando estás triste? También temo a este sentimiento, también niego que está creciendo. Dime a dónde, para abrazarte… No importa, no quiero palabras ni promesas. Sólo un beso arrebatado, lento, brusco… un instante. ¡Ay hombre! ¿por qué te quiero? Por qué si huyes sin dar aviso me duele, tu ausencia, duele es una brisa que quema es una llama que crece. Son varias noches, en vela. Viviana Nevárez

• Sólo estoy •

Imagen
Llevo media tarde en este rincón, el aire fresco acaricia mi rostro y pareciera que el tiempo no existe. El camino luce solitario, como yo, y bailan las ramas de los árboles. Yo sólo estoy… estoy pensando en tu voz. Yo sólo estoy extrañándote. ¿A qué hora te volveré a ver? ¿con qué excusa te busco? Si tú no tienes motivos de extrañar. A la orilla de la calle, con mis letras, un puñado de hojas, tinta. Así, y aquí te espero, siempre. Como una loca.   ¡Como si fueras a llegar corriendo! Dime, ¿qué hago con tu nombre, tu rostro? que no sean versos o tristes poemas que no sea añorarte, decirte, llamarte. Ya está llegando la noche y la luna vendrá con ella. Orgullosas. Pero tú, tú jamás te acercas.   Sólo estoy deseando tu abrazo y una complicidad espontánea, deseando que exista el tiempo para poder jugar con tus labios. Todos los días me digo: ¡No miento! Yo no miento cuando digo que te quiero cuando pasan las horas y no te veo. Só

• Alejandro •

Imagen
Escribiré tu nombre en todas partes. En las calles, donde ando a diario, escribiré quién eres y qué haces; para tenerte siempre que me faltes. Con sangre, tal vez con sangre; sobre tu cuerpo en plena tarde: letras, versos incompletos; queriendo exponer lo inconfesable. Decirle al mundo que te sueño con ese ademán poeta e inestable. Sentado, contando pasos sentado fumando el tiempo. Alejandro, protector de todo y nada. Creador, destructor del cielo y el infierno. Eres la noche que no duele, la soledad, ese deleite culposo; eres gocé ilusorio. Amas la oscuridad y sus secretos tanto como el alcohol y sus pasiones, de todo, eres misterio. Travesura etérea, peligro constante. Ya no quiero crearte estrofas o pensar en tus abrazos, no quiero anhelar un beso de tus labios presuntuosos. Culpo al ruido de tu boca al sonido de tu nombre, Alejandro, a tu sonrisa villana. Condeno, el instante en que te pienso. Escribiré una nota sobre mis

• Algo •

Imagen
Es media noche, lo sabes. Media noche y luna llena pero tengo el corazón vacío, falto de ti, falto de todo. Hoy me duele no saberte como me duele tu ausencia, y esa manía tuya de ignorarme. Tal vez de a poco, deba dejarte. Algo, sé que algo me hace falta. Un beso de tus labios injustos, un abrazo, flojo y mendigado; algo que me sostenga. Tuyo. ¡Qué diablos hago soñando! Dime ¿qué? amor, riesgo, tal vez deseo. Es algo, algo que de ti extraño.  Es una cruz, tú cruz y la mía. Un nudo en la garganta, un calambre en el pecho; y estas ansias, ansias locas. Esta noche sé que me faltas y me aterra tu nombre, tu voz, llegar y mirarte. Irnos, gritar que te quiero. Dime algo, sensato o insensato. Una razón para quedarme  un motivo para marcharme, antes de pensar, siquiera, en amarte. Viviana Nevárez

• A ti, hombre feliz •

Imagen
Consumo mis días pensando en ti en el tiempo que ha pasado en las noches juntos y los años separados. ¿Cómo dejar de extrañarte? No he querido pensar en tus ojos obscuros en tu tibieza nocturna. Me niego a sentirte para después perderte no tenerte ni de amigo. Cómo decirlo… Decir que de repente llegas me visitas de noche. Decir que invades mi mente mi tranquilidad impaciente. ¿A qué hora llegaste, hombre? Si sólo hemos sido sonrisas, antes miradas curiosas; hoy, evasivas. ¿En qué momento te siento? como se siente el frío en la espalda y la soledad en el pecho, dime ¿en qué fatídico instante? Busco pretextos, absurdos, inútiles para acercarme a tus días para decir que te quiero… excusas para salir corriendo. ¿Y cómo le hago ahora? con la distancia ficticia, tus miedos y los míos; ¿cómo negar que te quiero? Cierro los ojos, me pierdo, para no ser esclava del momento. Yo no quiero ser mujer fantasma sentir y que no sientas.

• Sirena II •

Imagen
Siempre es de noche en tu vientre. Las olas son un recuerdo, constante, el susurro eterno de mil hombres; todos ajenos, todos distantes. Hombres que caminan erguidos, animales disfrazados de simios pensantes. Corazones de piedra, coleccionas; para  adornar tu pecho sangrante. Siempre hay desierto en tus muslos, desierto que se ha jurado fecundo y navegan sin destino, piratas; a mares pocos profundos. ¿Quién ha de ser tu luna, sirena? la estrella que abrigue tus noches la luz que de vida a tu rostro, el agua sexual que ahogue tus miedos. Nada queda después de tus besos, salados, del arrebato de irte lejos, correr contra el viento. Nada, después de esconder la niña que eres y dejar morir la mujer que te sientes. Coleccionas zapatillas, perfumes y trapos, como hombres y sus lánguidas promesas. ¡Eres sirena, mujer, pequeña de mis ojos! Una sirena enamorada. No navegas con premura por despecho a tus ojos les han sobrado encanto y est

• Compartimos •

Imagen
Compartí contigo una noche mil besos sin remordimientos, escuche tu sonrisa falsa y el encanto de tus mentiras. De principio a fin, fuimos amantes cómplices de una noche tibia, de abrazos débiles. El amanecer, llego como un suspiro. No hizo falta decirte: -te quiero, nos vemos mañana-. Me fui, te fuiste. Cómo se va la vida. A veces ni tu nombre recuerdo. No quiero ensordecerte con frases si te has quedado con mi perfume, y el dolor recostado sobre tus labios; por esa manía de morderles. Te di y me diste, las ganas, todas aquellas que nos sobraban. Hubo silencio y nada más; trozos nuestros. Cansados. Compartimos soledades, una cama muy usada, con memorias; de vivos y muertos. Bastaron sólo minutos para dejarnos. Ni hola ni adiós, no hizo falta porque sin uno no hay otro, y para olvidarnos pronto, ni tu nombre ni el mío. Por eso es que no recuerdo… No recuerdo, querido nadie, qué más fue lo que compartimos más allá de las caric

• Para qué decirlo •

Imagen
P ara qué voy a decir que te quiero. Yo no te quiero, hombre, ni un poco; si me asusta tu mirada ausente y por deporte huyo de ella. Para qué pedirte mil besos si cada uno será ajeno. Ni un trago de tu ebria saliva podrá saciar la sed que poseo. No quiero decirte, hombre, que tal vez serás mío. Un instante, en que estés triste, después dejarnos; desconocidos. Andar de la mano para olvidarnos como si el tiempo fuera engaño y esta vida, una mentira. Qué importa si eres quimera. Pero para qué diré que no siento: el suspiro de media noche, o el roce de tu cuerpo tibio; para qué mentirle al deseo. Decir que no importa si llegas o si llamas sin motivos, pensar que tú me quieres creer que hemos vencido. Para qué voy a decir que te quiero si la noche es larga pero el tiempo corto. Deberás entonces besarme lento mientras nos llega el riesgo; de perdernos. Viviana Nevárez