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Mostrando entradas de febrero, 2015

• Invento •

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En un mundo distinto ni te amo ni te odio existes porque te creé el día que tropezamos, cuando dijiste te amo y yo sólo te creí. Dentro de mi universo no habitaban tus sonrisas ni tus manos musicales o tu cabello despeinado, hice de ti hasta tu nombre y te dejé anidar en mí.  Tres o cuatro primaveras pasaron, no recuerdo, lo olvidé cuando te marchaste  y dejé por un tiempo el invierno aquí. Nunca quise responder tus palabras o las frases mal dichas. Nunca dije que dolías y entre tanto y nada; desaparecí. Dejé en pueblos lejanos tus besos terciopelo los abrazos los lancé en una fuente olvidada, donde iban los ancianos a refugiar sus recuerdos. Tenía de ti muchas palabras, algunas muy sabías otras muy tontas. Tuve paciencia y tuve amor, pero el destino supo lo que tú y yo no.  Todo en pasado porque el presente te juro ex- cariño, no te pertenece. Viviana Nevárez.

• Re-caída •

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Es siempre de noche cuando llegan las musas aunque sea sólo un pretexto para escribir, musas, recuerdos, dolor... es lo mismo. Uno no escribe las sonrisas ni los abrazos, porque no sabemos escribir la felicidad. Pero nos llega el dolor y la tristeza para jugar un rato con la cabeza. Y sofocarnos. De noche nos tiemblan las manos y somos poetas de clóset. Ancianos del alma, ansiosos de todo. Nos comemos el mundo porque no queremos perdernos de nada.   ¡Miedos! Cuando invaden las penas duele panza y es que la panza es siempre primero, hasta para llorar un rato. Te arde, sientes que te queman de adentro hacia afuera. Y es siempre de noche cuando alzas las cortinas y te das cuenta que se ha ido el sol, el día; de pronto también se van los años luego la vida. Y te preguntas, con la voz desgastada:  ¿Quién era yo antes de ser esto que hoy soy? Nadie responde, porque el pasado se borra y dicen que los muerto

• Un poeta y un niño •

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Recuerdo a un hombre de poesía alto, enorme como un árbol intimidante pero tierno como lechón, y amoroso como un niño.  Escribía cada noche sobre el amor y las mujeres. De todas las que amó. Jugaba sin horarios a ser un hombre, un gran hombre aunque fuese crío. Yo lo quise en mi navío y viajamos. Siempre caminamos a todos lados, a veces a fuerzas; porque su defecto fue la pereza. Nos reímos a ratos, fuimos amigos siempre fuimos amigos, porque en mi viaje andaba yo ausente; desahuciada, lejos.  Y encontré el refugio en el bueno quien me prestó sus brazos y sus sueños, y no me excuso o arrepiento; porque le quise aunque a destiempo. Me fui, nos fuimos...  y fui espina en un corazón herido, como fue para mí otro hombre; un ausente, perdido.  Le recuerdo igual que los tiempos buenos con la mirada inocente, con la sonrisa de siempre entre edificios, pueblos y callejones; entre hoteles y direcciones perdid