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Mostrando entradas de octubre, 2010

• Confesión •

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Me gusta ver tu rostro, cálido, tus ojos de fuego, tus silencios la postura de tu cuerpo al dormir tus manías casi vicios. Hacer de tus sueños, suspiros, flores para el jardín del deseo sofocar tus labios, amordazarlos apresar tus pensamientos. Ser confesión y no lamento aplastar la cotidianidad de tajo memorizar tus lunares tus arrugas prematuras. Me gustan tus caderas varoniles el andar de cada paso, tu aliento, para homogeneizar el tiempo descomponer las noches. Subir hasta tus pestañas , saltar, caer en tus lunares, pequeños, lienzos para el artista, tesoros. Confesar que eres dueño, poseedor sin posesión. Hombre, pecado de cada noche, apetito por tomarte a cucharadas. Confesión, incompleta, alterada, para no ceder del todo a tus roces a los destellos de cariño, de amor. Viviana Nevárez

• El placer de encontrarnos •

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Tengo que decir que lucho contra el deseo de responder tu llamado nocturno, a deshoras, cumplir la cita pospuesta, suspendida, la que se ha quedado pendiente. ¿Cómo te digo que no te amo desconocido? que no dejo de pensar en tu rostro tan perfecto y ese cuerpo tuyo que por las noches codicio, tu sexo y el pudor que no posees. Son tus ojos imanes para mi tempestad, la tormenta que invade mi sangre, fuego para el océano que vive en tus muslos incentivo para el desenfreno taciturno. Es una guerra contra el apetito de tus besos de tu lengua hechicera, antojo de madrugada tenerte aquí en esta cama o acceder a la tuya que ya no es eso sino momentos, pasiones. La aventura de tenernos sin permisos o razones, nada más arbitrario que gozar tus caricias convertirnos e n uno y perdernos en nada, nadar, ser dueños del instante en que me llamas tuya. Evado el rumor de tu mujer desesperada, de sus celos y tu manía de preservarla, demonio, ángel sin alas en susurros nos perdernos; entre el humo de cig

- Evacuando letras e ideas -

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Hay condiciones para existir, para decirse ser o para no hacerlo más. Con el tiempo hay cosas que llegan y nunca se van, unas buenas y otras no tanto. Pero más que cosas son sentimientos, personas que nos hacen cargar con agonías, por las palabras no dichas y por las que han sido arrojadas. Ya no hay mucho que perseguir, no hay genios con humildad, no hay estrellas que desciendan; ya no hay amor que perdure ni promesas que maduren. No es reproche, a fin de cuentas somos hombres y andamos unos al lado de otros, nos vemos y tropezamos. Espejos, ilusiones reflejadas en otredades, divagaciones perdidas en el instante. ¿Qué habrá de preocuparnos tanto, más que vivir? que el antojo de hacer y deshacer y de mandar al diablo a los que nos dañan. Maldades y malditos sobran, deseos y prejuicios; no se trata de moralidad, tampoco es humanismo. Es la condición de andar así, con esa fragilidad de todo, siendo errores, desvaríos, deformidades casi despojos. Sin apetito alguno por re-inventar, por de

• Trazos en tu piel •

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Pintando las paredes de tu habitación, garabatos inquietos que derramo porque el tiempo se hace corto o largo y las noches son espera, de ti. Voy bordando tu nombre en cada esquina adornando, corazones sin espinas, colores que se pierden sobre los dos entre la madrugada y nuestro sexo. Es el fantasma que habita en ese cuarto sin cortinas, un espacio para ambos cofre de las hazañas prohibidas, deseos, insultos y regresiones. Circulas para después tirarte a mis pies llorar a mares la desdicha que es confusa y encerrar un segundo los demonios , deleitar el camino conocido… Rupestres como tus brazos silenciados letras y versos que se quedan atrapados ahí, en esa esquina donde te acurrucas en la oscuridad, solitario. Dibujos que cargas sobre las manos y el amor escrito en todo el cuerpo, en tu pecho siempre tibio, cuna de letras rayas que viajan, que siempre se quedan. Trazos en tu piel, visibles e invisibles de carmesí o simple tinta, indeleble, perpetua como la culpa o condición de hombre

- La búsqueda -

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Todos están en busca de algo, ese asomo que se les ha perdido a tantos y nadie da con él. ¿Qué será lo que a muchos trae ausentes? A veces lo pienso, no seriamente, sino como el objeto que todos persiguen, la pelotita esa que lanzas al perro y el anda buscándola para llevarla a ti y volverla a perder de vista. Esa es la razón por la que desea encontrarla, para volverla a perder y buscarla de nuevo. Así andan mucho (¿o andamos?), con ese afán de resolver los problemas, de encontrar la esencia del todo; una misma cosa que resuma el tanto… Comprender, entender… ¿qué es? hablar del futuro que no existe, que nunca existirá, es presente y nada más y el recuerdo de ayer que se desvanece y, después historia. Días que se enuncian, fechas que se anotan. A mí me gusta perder el tiempo, sentarme horas sin hacer absolutamente nada, tan nada que no hay necesidad de pensar. Me gusta 'desperdiciar mi vida' y ver cómo vienen asustados a preguntar qué pasa, con ese temor en el rostro de la incer

• De tus delirios •

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Cómo explicarte que no hay alguien siguiendo tus pasos, que detrás de cada palabra no está tu nombre oculto que son tus delirios, casi petulancia la que te persigue y no eres centro sino partícula, algo invisible. No hay mujer ni hombre, esculcando tus ideas, violando tus lamentos de madrugada; no hay villanos, y no eres más que esclavo de tus propias pesadillas angustia de tu manía, obviedad desgastante. De tus delirios, el tedio de mis tardes sin cobijo, de la desaparición de mi lengua y el cerrojo que soy, candado en mis labios, desespero de tu lógica palabrería es la que cargo y tú, números, osadías. Tu cuerpo pesado, lleno de agravios o quizás mentiras brotes de lo que un día tuviste, de manos tibias, morenas; como la tarde que te moja las ganas y el antojo, de tus visiones de hombre salvaje, siervo solitario. De la taza de café en donde habitan tus necedades, la inmadurez de ocasión o alguna canción adoptada por el tinte que queda en tus cajas guardadas de tesoros a la vista, de

• Odiseo •

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De tus tragedias las mías, despojos por tratar de seducir, engañas; a tu falsa mujer vas condenando y has dejado mi cadáver en tu cuarto. Invades espacios jugando a estar bien señalando el fracaso, tropezando con tus palabras de humo y tu ironía mierda y miedo a despertar. De tus aventuras, la repetición absurda el asco de posarla sobre el mismo rincón entre paredes deshechas, y mi olor en cada espacio y habitación. Odiseo, con tu mirada vacía, vaciada con su sonrisa ilusionada y mi hastío el deseo suicida que se alimenta con cada farsa adquirida, egoísta. Profeta Ilusorio , de pasos sin rumbo de corazón inerte de lástimas viles, quimérico, tumba e infierno yaces por inercia, imbécil y animal. Con tu nombre, mi epitafio, mi destino: de mis letras sus canciones, cinismo; recién adquirido, estupidez aumentada mascota que someten, bazofia y fantasía. Eres tóxico y delincuente, después ternura; trampa fatua de horas sin resolver, como las citas que sugieres calendarizar tú, remedo de ayer: