• De tus delirios •

Cómo explicarte que no hay alguien siguiendo tus pasos,
que detrás de cada palabra no está tu nombre oculto
que son tus delirios, casi petulancia la que te persigue
y no eres centro sino partícula, algo invisible.

No hay mujer ni hombre, esculcando tus ideas,
violando tus lamentos de madrugada; no hay villanos,
y no eres más que esclavo de tus propias pesadillas
angustia de tu manía, obviedad desgastante.

De tus delirios, el tedio de mis tardes sin cobijo,
de la desaparición de mi lengua y el cerrojo que soy,
candado en mis labios, desespero de tu lógica
palabrería es la que cargo y tú, números, osadías.

Tu cuerpo pesado, lleno de agravios o quizás mentiras
brotes de lo que un día tuviste, de manos tibias, morenas;
como la tarde que te moja las ganas y el antojo,
de tus visiones de hombre salvaje, siervo solitario.

De la taza de café en donde habitan tus necedades,
la inmadurez de ocasión o alguna canción adoptada
por el tinte que queda en tus cajas guardadas
de tesoros a la vista, de recuerdos sofocados.

De tus delirios por no ser visto ni encontrado,
¿de qué demonio te ocultas, trastornado? ¿cuáles?
si vas borrando los pasos andados, dejando señuelos,
pañuelos usados, gastados como tus celos lascivos.

Es sólo tu protagonismo, tu condena y molestia,
el defecto que te arrojo a cada rato, es el pasado,
de tus delirios llega el silencio, pleitos latentes
enojos, indiferencia al llegar la noche…

De tus delirios...

Viviana Nevárez