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Mostrando entradas de febrero, 2011

• Cuando estés solo •

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Ponte a llorar un rato para drenar las penas para inundar tu cuarto y ahogar tristezas, cuando estés solo sacude el polvo, abrázate; verás que después de unas horas te cansas. De andar dibujando sonrisas, saltando miserias, de quedarte solo, estar solo y ser solo; en medio de tanto y de tantos, solo sombras buscando opciones, despegando el tiempo. Ese maldito, que te da todo y destruye vidas, como la puta de la palabra amor, viene y va se esconde entre las sábanas y algunos colchones; amor a escondidas, amor de mentiras, amor impropio. Inexistente, momentáneo, pasajero, nunca eterno; cuando estés solo no pienses nada, duerme, muérete unas horas o para siempre, pero no pienses fúmate un cigarro, ve pornografía, quédate inmerso... ...Pon cara de imbécil, sé un pendejo, échate a dormir, cuando estés solo, busca excusas baratas, sucias, para no toparte con el genio, para no develar secretos, verdades a medias o la realidad. Créete filó

• Suicida •

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El tiempo se detuvo en un instante, se ha alongado el malestar por estar, por ser; ya no hay ganas ni placer; sólo insomnio y este deseo suicida de acabar con la agonía de seguir de pie. Hay que arrancar los besos falsos, de labios manchados de cobardía, por pensar en la mujer del día, engañada, miserable, como el sentimiento que cargamos tu y yo, infame. Ni moteles ni llamadas perdidas, o culposos 'te extraño' por solicitar caricias, amargas como la hora de la despedida, ahí en ese sitio en que arrojas a la otra y abres el telón. Es suicida el pensamiento que me embriaga cada noche, en soledad, entre promesas falseadas e ideales irreales mortuorio el recuerdo que ha quedado debajo de mi falda... Y es que no son heridas, ni cicatrices; esto es ahora y siempre, interminable, constante, es deprimente. Ser un rostro aludido de fotografías familiares arrojadas al abismo, empolvadas. Dormir deseando no despertar, buscar el espacio y el lugar donde perecer sin lamentaciones,

• Dime •

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D ime cómo le haré para apagar el impulso de correr a ti, derramarme en tu cuerpo y ser sólo un instante perpetuo quiero saber en qué lugar encontrarte, sin lamentos; sin cargar todas aquellas palabras o resentimientos.   Dibujar en el cielo algún sentimiento,    de celos,    de espera, de noches en vela; dime sí eres el mismo invisible de siempre el que navega sin rumbos, que se pierde    y sonríe, dime si llorarás con otra las penas que te oprimen... Aquí, en este universo alterno, entre nubes de gas    e infierno andan las ansias trotando a destiempo; por extrañar tus labios por no tener tu sexo para cenar un rato, trazos de tu esencia colores en tu tez: de mis garabatos necios y tu desfachatez.   ¿Con quién compartes ahora la frustración familiar? el tedio, la infame cotidianidad, la que te corta las alas. Los desvelos: esos que se tornan necesarios, por trabajo, por anhelos, por lujuria o por antojo mismo.   Dime en qué momento te arrancas esa mascara de fidelidad, d

• Vicio •

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Humo de tu boca, fumaradas esporádicas de terror en la agonía de perderte entre sus vicios, repites; como mono amaestrado: exhalar e inhalar cenizas de lo que eres o lo que sabes será. Ni sofocando sus gritos, de desenfreno sexual, de apareamiento insensible; represión en tus labios para no emitir mi nombre y el disgusto, celos, de los hombres que me poseen... Vicio de andar escupiendo mentiras de madrugada cuando ella se marcha y expeles lamentos, por la despedida inexistente por la cobardía de tu vientre, de impotencia de no tener lo suficiente. ¿Sabrás que no es tu falo lo que te hace ser hombre? que con tu lujuria sólo cosechaste cadáver, de ti y de mi; por senos sacrificados, por mentes huecas y purulentas con la inteligencia barata; vicio de la inopia. Para sostener la mentira, adoptar mascotas y sonrisas, para posar frente al mundo; con el engaño absurdo de ser para ella amor de su vida y para ti errata y amargura sin consuelo, hacer objeto de juego tu apatía. Vicio const

• Escupir la rabia •

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Deseo que se te caigan los ojos, lento que se los lleve el viento y los sangre que se marchiten tus brazos, deseo; para que no te sostengas ni sujetes. Odiarte y escupir esta rabia que siento que los pies se te cansen y te arrastren, que te arrojen a un barranco, infinito, para que no termines de caer y sufras. Espero que te duelan los besos, siempre, que se alejen de ti las palabras, todas; ojalá que recuerdes cada instante, y te atormente en tus sueños la crueldad. Que tengas dos, de todo, hasta que estalles espero que te canses y te culpes, que vengas; asesines mis delirios y termines conmigo, implorando yo te digo, te suplico... Que te pierdas y no encuentres tu camino, espero que tu madre te bese en la frente que te diga ¡te quiero! y tú te desplomes deseo que tus mentiras te asfixien. Ojalá te descubran pensando en pasado, ignorando el presente, ¡Ojalá, ojalá, ojalá! que no tengas salida, que no encuentres: ni gusanos ni alcantarillas. Espero que agonices lentamente, pens

• De los cuántos que he guardado •

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¿Cuánto amor cabe en un saco roto? ¿cuántos te amo, que antes ya enunciaste? para la mujer de siempre, la durmiente, sin el bella ni el final feliz. ¿De qué color son ahora tus trajes? ¿y las máscaras del diario…? son preguntas que se lanzan al aire al sastre de la mentira. A las notas de tu desastre, mis letras, las que siempre han estado, unas son suicidas otras despistadas y las que han tenido suerte, están enterradas. La tarde siempre llega tarde, es costumbre, de mal gusto; como algunos tonos, malos como la música que compongo sin ritmo. Olvide el valor de una nota blanca. ¿Cuántos tiempos habrá que suspender? ¿A cuántos demonios más hay que silenciar? para rembolsar las noches que perdiste o sobrevivir en medio de la cama. A tus zapatos gastados no extraño ni las lágrimas al vernos de frente, nada, cuando todo se sofoca, grito y gritas y grita… aunque te avergüence su estupor. Cuando la sangre se acaba, la carne, los huesos, cuando se desgasta la nada, no hay espacios y

• Lluvia •

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La lluvia de la tarde se ha llevado todo el calor que alguna vez sentí y las sonrisas de primavera una tormenta me desgarro la carne. Ha de salir el sol un día cuentan algunos muy seguros y se van danzando por las calles como si el tiempo fuera magia. Yo no sé qué hacer con lo que sobra cuando abres los ojos y encuentras huecos, nidos abandonados, solitarios; horizontes que han dejado sus cráneos. No hay lugar para la felicidad eterna el sueño absurdo de iluminar la nada, como si el dolor fuera una mentira es más real que un amor de bisutería. A cada gota se van las esperanzas pero resguardo, celosa, la fe y el cuento de hadas que han vendido, los necios; por si acaso soy una quimera. He escuchado que puede ser, tal vez, un monstruo que se divierte; entonces entendería el por qué y dormiría otro rato, hasta escuchar: ¡fin! Recordar sólo esta lluvia como un suspiro justo y necesario, para limpiar la senda que se ha empolvado por la agonía, el amor y el desengaño. Viviana Nevárez

• Somos extraños •

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Hoy hablamos de nosotros, de ella, de él, y rarezas del antojo inmoral de tenernos y el recuerdo de nuestro secreto. De besos tibios, caricias después guardamos silencio, a mi me gusta tu cuerpo a ti te intriga mi sexo. Nos hemos brincado todo del saludo amistoso a la cama omitimos los detalles, gustos; pero supimos entendernos. No hicieron falta años enteros para saber qué te derrite, escuchar el gemir del deseo y adivinar en tus ojos anhelos. Gritar que te amo, no puedo, nos decimos de todo menos cariño, amor, mi cielo; somos extraños danzando. Si debiese amarte lo haría dibujaría en tu pecho mis labios te llamaría loco, infame, desequilibrado o amante. Pero no puedo, no debo, enredarme entre tu lamento de hombre, no intento, cambiarte y hacerte mío. No sé quién soy a tu lado si demonio o ángel enamorado pero jugamos al amor un rato dormimos juntos, después nos vamos. Viviana Nevárez

• Contrato •

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Firmemos un contrato corazón para que el día sea soleado y las aves aprendan canciones de amor. Con un beso al amanecer un abrazo al caer la tarde, tal vez, pongamos las promesas en la piel. Que tus manos sean la brocha y mi cuerpo el lienzo blanco con los ojos cerrados, vida; escribamos: nos amamos. ¿Hará falta ponernos nombres? ¿tatuarnos significados? los títulos me van sobrando, amo menos cuando los tengo. Que nuestro contrato sea no hablar de despedida cuando sea nos vamos. No tengo que llamarte a diario ni escribirte: te extraño seremos nada y todo. Mientras cae la noche nos besamos como el primer día, después, nos vamos cada quién a su escondrijo con el deseo multiplicado. Cerremos el contrato, sobre un colchón aceptando que somos carne, más que razón; sellemos bebiendo vodka escuchando una canción. Después nos olvidamos sin daños secundarios o celo conyugal adiós cariño mío, adiós amor fatal. Viviana Nevárez

• Te recuerdo •

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El tiempo no hace justicia a cada sonrisa compartida, al abrazo o el regaño de ocasión a tus ojos cansados, tu historia. Yo no sé nada de la vida pero te recuerdo y entiendo que la paz la dan las arrugas y la experiencia, el amor. Te vas, te has ido, consciente estoy de la muerte lo acepto y te recuerdo con esa mirada valiente. ¿En qué lugar gozaran de tu voz? de la genialidad de tu rostro esa perfección añeja, cada herida que mostraste con gusto y orgullo. Te recuerdo en la despedida estando sin estar hombre, padre y esposo; abuelo, para mi gozo. De carcajadas los días los abrazos con tu olor, de café y un poco de alcohol te recuerdo… Cada segundo de mi vida tus chistes prohibidos tus relatos de niño, la rectitud de tus hombros. Nunca nadie me dijo te quiero con la sabiduría de tu silencio aún, cuando todo se nublo resististe siempre, recio. Te recuerdo por que fuiste, eres, y serás siempre; la inspiración de una familia una lágrima resignada… Allá en algún lugar donde nada

• Te llamaré hombre, Ángel •

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Ángel, quiero llamarte así para entender tu cuerpo las caricias que repartes el aroma de tu piel. Por cada encuentro, secretos, el paraíso bajo tu vientre donde se alberga el deseo el beso terso, el desenfreno. ¿Por qué eres amante y no un sueño? abrir los ojos y que no existas, pero estás, eres,  vienes a deshoras, nos perdemos.  Me gusta pensar que eres mío que tu vodka no es escape, el pretexto para ocultar tu dolor ese que escondes al mundo. Nunca te quedas, ni me piensas, porque no amas, ángel, pero nos pertenecemos un instante de vez en cuando. Te llamaré hombre, ángel,  para creer en milagros devorarnos la carne enredarnos sin miedo. ¿A qué hora regresas, amante? para decir que te quiero tomarte con recelo recostarme sobre tu pecho.  Te llamaré hombre mío, de ella, de nadie, tal vez un murmullo tal vez un destello. Viviana Nevárez