• Dime •



Dime cómo le haré para apagar el impulso de correr a ti,
derramarme en tu cuerpo y ser sólo un instante perpetuo
quiero saber en qué lugar encontrarte, sin lamentos;
sin cargar todas aquellas palabras o resentimientos.
 
Dibujar en el cielo algún sentimiento,  de celos,  de espera,
de noches en vela; dime sí eres el mismo invisible de siempre
el que navega sin rumbos, que se pierde  y sonríe,
dime si llorarás con otra las penas que te oprimen...

Aquí, en este universo alterno, entre nubes de gas  e infierno
andan las ansias trotando a destiempo; por extrañar tus labios
por no tener tu sexo para cenar un rato, trazos de tu esencia
colores en tu tez: de mis garabatos necios y tu desfachatez.
 
¿Con quién compartes ahora la frustración familiar? el tedio,
la infame cotidianidad, la que te corta las alas. Los desvelos:
esos que se tornan necesarios, por trabajo, por anhelos,
por lujuria o por antojo mismo.
 
Dime en qué momento te arrancas esa mascara de fidelidad,
de sonrisas perfectas de amor por generación espontánea
después de todo fue rápido el cambio, inesperado, instantáneo;
 parpadeo involuntario, fuego entre tus muslos...
 
...Que se va sofocando, con el paso del tiempo, exhausto,
mensajero del diablo que ha devorado mis sueños,
los que crecían bajo mi almohada; tu pecho tibio que arrullaba:
un suspiro, un segundo compartido.
 
Dime por qué me buscas para salvarte, rescatar tu pellejo,
asegurar que en esta parte no se dirán tus secretos,
porque sostienes ahora esa nada con vestido de todo; de lo insípido
de tus palabras huecas, salvavidas de tus andanzas.
 
Por la imbecilidad tuya de andar rondando a los muertos,
al cadáver de lo que era, tú, asesino despiadado. Dime por qué preguntas:
por mis fallidos suicidios, mis letras salvavidas; tesoros de mi muerte,
por qué andar revolcándote conmigo y después demencia, olvido.
 
Ser saciedad para tu hambre, de animal feroz, imperturbable;
de necedad e indecisión, supervivencia. Un segundo para sufrir:
lo que no toleras en otros brazos, en otros labios; fútiles,
frente a nadie serás lo que has sido frente a ésta que enterraste.

Dime por qué navegas en mis costas, atado siempre a mi mano,
halando para estar cerca y pertenecer, poseer y disimular tu cobardía,
de la necedad compartida; de lo que ahora eres, de tu decadencia y la mía:
destino innecesario, absurdo por la calentura de tu falo, necio, egoísta...
Dime...
 
Viviana Nevárez

Comentarios

Entradas populares de este blog

• Me llaman puta •

• De locura nocturna •

• Deberían ser ilegales tus caderas •