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Mostrando entradas de octubre, 2011

• De bar en bar •

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De bar en bar te busco, encuentro. Y sólo espero sean tus besos discípulos de mis labios. De humo, de alcohol y pecado. Uno a veces olvida los lugares que pisa uno a veces finge que camina, cuando en realidad se arrastra. Pero no olvido quién eres.  Recuerdo tu cama, las sábanas, la habitación azul llena de secretos. De amores pasados y sus lamentos, de tus discusiones y su ego. Yo no guardo de ti ni un beso. Ni conozco el sabor que promueves, no sé cuán amarga es tu desdicha ni cuantas veces le hiciste el amor en tu casa. De bar en bar, nos conocemos. De fiesta en fiesta. De informalidad, llenos de alcohol y de promesas; absortos. Evitamos siempre una mirada. Yo a diario te invito a perdernos a intentar ser más que un par de secretos, o caricias contadas. Tú siempre huyendo; persiguiendo a una mujer que no sé si amas. Qué incierto es vivir escribiendo. Juntar palabras, deshacer versos, qué

• Persuasión nocturna •

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Voy a tomarte esta noche como un capricho. Desesperada, iré detrás de ti como un lobo en luna llena. Te llamaré por tu nombre de frente y sin tapujos. Voy a tomarte sin permiso dejaremos fuera el descontento. A tus manos mi cadera, mis senos. A las mías tu sexo, deseo abrupto; ansia creciente, mis manos: guías Guardianes indicando el camino. Dentro, sentirte dentro y gritar, quejarme al viento; susurrar. Voy a tenerte de a poco y mucho venir, irme. Un beso, un golpe. Voy pero también vengo, me vengo. Vas, vienes. Retornas, retomas. Miradas y promesas fantasmas; besos, caricias, lengua. Tú. Todo, locura insana e impropia. Persuasión nocturna. Propuesta, de silencios o disturbios. Tuya, mío, nuestros. De nadie. Viviana Nevárez

• Voy •

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Voy a caer de golpe en tus brazos quiméricos; lanzarme sin juicio a la palabra siniestra. Sin horario de entrega, entrego mi espacio- tiempo. El minuto que nunca quise el segundo que ya he perdido. Voy a invocar al diablo, regalarle mi alma; pedazo de estiércol, siete gramos de sobra. Que de tus dedos viene una estrofa mal hecha, dos palabras que dan miedo; un final que no deseo. Voy a quererte por ser cínico, loco, cobarde; por ansiarte y ansiarme pero huir. Pretendo no amar tus locuras tanto como amo tu ausencia, la manía de hacerte el muerto; las ganas de ser sólo un instrumento. Voy de golpe asimilando los días haciendo de tu cuerpo un pecado, buscando cómo ignorar mis sentidos pensando cómo alejarme de ti. De pronto eres todo, fuiste algo compañero de tertulias, de bares concurridos; ahora ni amor, ni destino. Te quiero… Y voy, voy con las manos en el rostro sin maquillaje, sin premura para encontrar indi

• Pensarte •

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¡Qué ganas de escuchar tu voz, besar tus labios sabor licor! ¡Qué ganas de abrazarte, besarte; a esta hora en que te sé ebrio! Llegar al bar de costumbre. Tomarte, como se toma un tequila. Darte silencios y caricias, una noche un instante para conquistarte. Qué ganas de dejarnos de pretextos ir directo a la cama. Hacer el amor, tener sexo. El juego perfecto, manía. Siempre buscando excusas para marcharte. ¿Qué esperas que te diga, hombre? Yo no sé cuando te diré ¡Te amo! no sé, lo juro, cuándo seré tuya. De pies a pensamiento, de cuerpo. No voy a inventar promesas. Qué te quiero, es lo que pasa y ojalá no fuese así. Y me gustas; hombre, me encantas. Y adoro pensar en ti. Qué ganas de hacerme de todo… De tus manos, de tu cuerpo, del primer suspiro que emana de ti; qué ganas de ser tu aliento.  Vivir y morir en tu cuerpo crear teorías, deshacer universos; tarde y noche pensarte. Como si no fuese suficiente con

• Confesión-es •

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Húmedo espacio, tu boca. Cueva, baúl de tu lengua; salvia que desconozco y deseo cada noche. No existe el tiempo, nada, cuando grito al viento mis miedos. Te teme mi vientre, mi espalda mi cuerpo al tenerte de frente. Y yo confieso: que hablo de ti en mis sueños, y lloro en silencio, de nuevo. Confieso que tu piel excita e incita a querer tocarte. Beber de tu ombligo el elixir licor de verdades y absurdos. Confieso que escribo tu nombre en mis piernas, en mi pecho. Y te extraño, aunque lo odie aunque tú estés tan ausente. Consciente, susurro al vacío que quiero despertar contigo. Llamarte amor, cariño… abrigarme en tu pecho. Mentirnos. Confieso, moreno mío que duele verte distante. Luchando a diario por no enamorarte. Y tengo miedo, miedo de luego amarte. Confesión-es quererte. Viviana Nevárez

• Poesía •

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La poesía está en las calles en las bocas cerradas,  en las miradas ausentes. Esas que se cruzan y no se ven. Está en las arrugas de los viejos en las orugas olvidadas, en los jardines solitarios.  La poesía está en la nada. Habrá que darse cuenta que todo es poesía, y no es. El hambre, el desencanto, tu nombre que he olvidado. Poesía, remedio de locos mentira disfrazada. Susurros a destiempo, por tomos, infinitos. Es un grito a media noche cuando todos duermen, anestesia de los pobres ornamento para ricos. La poesía está afuera y dentro de las sábanas, sobre y bajo la tierra; por y para los tristes. Poesía, fantasía incongruente desdenes. Ella, él, poesía un híbrido sin sexo. Espina, rosa, oasis, desiertos. Está en el olvido,  en el amor triturado. En la caricia vana, las ansias, de tenerte, desnudo, sobre la cama. Viviana Nevárez

• A •

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A mis manos les pido calma para no ir a tomar las tuyas. Ignoro, por completo, qué pasaría si nos llega la noche. A tu piel me debería a tus caricias diáfanas, a veces mías y otras de nadie.  Espero que la luna me socorra para no lamerte todo, sin pudores, correr detrás de ti. Altanera, vanidosa.  Altiva, presuntuosa. Yo no le pido a tus muslos recuerdos ni huellas pesarosas. Yo amaré tus cicatrices, el deseo emancipado. El beso triste.  Amaré incluso tus locuras, inútiles, la manía tuya de salir corriendo someterte, someterme.  Regresando siempre a lo siniestro. A mis labios exijo paciencia para poder esperar a tu boca, al fuego creciente, inmerso; sobre y bajo mi vientre. ¡Ay de tu tez morena, desierto vivo, placer andante! ¡Ay de m í, que estoy siempre alerta, a tus caderas sosas…! A mis senos no les queda paciencia para posarse en tu espalda, desnuda, a media noche. Ser, mesa de mad

• Yo no estoy triste •

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Yo no estoy triste, es el aire. La nube gris que arribo esta mañana. Yo no te extraño, son mis manos y este corazón terco y raro. Te añora mi pecho, apenado, y la tensión que ejercen mis labios. Yo no te he llorado, hombre, ni un poco. Yo no pretendo extrañarte. No beberé el café frío, cansado de esperar que lo recuerde. No, no andaré perdida en tus ojos: perlas negras y embusteras. Yo ni estoy triste, moreno, no me importa que te vayas y me dejes. Me dejes antes, mucho antes de tenerme. No lloro la falta de ti o la inmensa soledad que me invade. Yo no estoy triste, hoy, porque no encuentro tu mano. Ayer lloraba tu lejanía el peso absurdo que cargo, por quererte, quererte sin siquiera buscarlo. Y yo insisto que no estoy triste. No me duele el corazón, carajo, ni mis dedos se desesperan, buscando… buscando sin poder encontrar tus muslos, tu entrepierna. Es sólo que el día está nublado, mi cuerpo tibio y agotado. Y yo busco u

• Tuya •

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¿Qu é hago con estas ganas inmensas de salir corriendo y verte? Besarte de golpe, robarte el aliento; hacer de las horas un instante. Dime qué, si espero que llegue el día vernos a los ojos, guardar silencio. Entender, en un segundo que mis labios son tus labios. Tuya como antes fueron   otras, tuya como nadie, nunca, supo ser; tuya con el cuerpo, con la piel. Tuya, entre cadenas y espinas. ¿Cómo sosiego el deseo de tocarte? tirarte en la cama, acariciarte, y escribir con   besos:   ¡Te deseo! Romper en llanto, devorarte. ¿Cómo hacer las madrugadas llevaderas? No pensarte tanto, no usar mi mano… de pretexto vano, imaginando siempre; que mis dedos son tus dedos. Caricia errante. Tuya de la forma más pedestre y ordinaria. Tuya sin reclamos ni escenas desgastantes. Tuya por una y todas las noches, perversa y enteramente, tuya. ¿Y cómo negarme a ti?   a esa sonrisa c ínica, al descaro. ¿Cómo negarme a tu lengua? Lengua, salvia de tu