• Tuya •



¿Qué hago con estas ganas inmensas
de salir corriendo y verte?
Besarte de golpe, robarte el aliento;
hacer de las horas un instante.

Dime qué, si espero que llegue el día
vernos a los ojos, guardar silencio.
Entender, en un segundo
que mis labios son tus labios.

Tuya como antes fueron  otras,
tuya como nadie, nunca, supo ser;
tuya con el cuerpo, con la piel.
Tuya, entre cadenas y espinas.

¿Cómo sosiego el deseo de tocarte?
tirarte en la cama, acariciarte,
y escribir con  besos:  ¡Te deseo!
Romper en llanto, devorarte.

¿Cómo hacer las madrugadas llevaderas?
No pensarte tanto, no usar mi mano…
de pretexto vano, imaginando siempre;
que mis dedos son tus dedos. Caricia errante.

Tuya de la forma más pedestre y ordinaria.
Tuya sin reclamos ni escenas desgastantes.
Tuya por una y todas las noches,
perversa y enteramente, tuya.

¿Y cómo negarme a ti?
 a esa sonrisa c
ínica, al descaro.
¿Cómo negarme a tu lengua?
Lengua, salvia de tus besos.

En cada espacio, suspendidos
en el humo de cigarro. Nube gris.
Estático, en esa pose que te hace ser
tan tú, tan tuyo y  de nadie. A veces mío.

Qué hago entonces con cada centímetro de piel.
Cada espacio y noche que reclaman:
tus caricias de hombre, rudo, moreno, mío…
De nadie. Tuya, a todas horas, aunque me faltes.

Viviana Nevárez

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