• A •



A mis manos les pido calma
para no ir a tomar las tuyas.
Ignoro, por completo,
qué pasaría si nos llega la noche.

A tu piel me debería
a tus caricias diáfanas,
a veces mías y otras de nadie. 

Espero que la luna me socorra
para no lamerte todo, sin pudores,
correr detrás de ti. Altanera, vanidosa. 
Altiva, presuntuosa.


Yo no le pido a tus muslos recuerdos
ni huellas pesarosas. Yo amaré tus cicatrices,
el deseo emancipado. El beso triste. 


Amaré incluso tus locuras, inútiles,
la manía tuya de salir corriendo
someterte, someterme. 
Regresando siempre a lo siniestro.


A mis labios exijo paciencia
para poder esperar a tu boca,
al fuego creciente, inmerso;
sobre y bajo mi vientre.


¡Ay de tu tez morena, desierto vivo,
placer andante! ¡Ay de mí, que estoy
siempre alerta, a tus caderas sosas…!


A mis senos no les queda paciencia
para posarse en tu espalda, desnuda,
a media noche. Ser, mesa de madrugada
para la bebida tibia; almíbar de tu sexo.


Viviana Nevárez


Comentarios

Entradas populares de este blog

• Me llaman puta •

• De locura nocturna •

• Deberían ser ilegales tus caderas •