• El placer de encontrarnos •


Tengo que decir que lucho contra el deseo
de responder tu llamado nocturno, a deshoras,
cumplir la cita pospuesta, suspendida,
la que se ha quedado pendiente.

¿Cómo te digo que no te amo desconocido?
que no dejo de pensar en tu rostro tan perfecto
y ese cuerpo tuyo que por las noches codicio,
tu sexo y el pudor que no posees.

Son tus ojos imanes para mi tempestad,
la tormenta que invade mi sangre, fuego
para el océano que vive en tus muslos
incentivo para el desenfreno taciturno.

Es una guerra contra el apetito de tus besos
de tu lengua hechicera, antojo de madrugada
tenerte aquí en esta cama o acceder a la tuya
que ya no es eso sino momentos, pasiones.

La aventura de tenernos sin permisos o razones,
nada más arbitrario que gozar tus caricias
convertirnos e n uno y perdernos en nada, nadar,
ser dueños del instante en que me llamas tuya.

Evado el rumor de tu mujer desesperada,
de sus celos y tu manía de preservarla, demonio,
ángel sin alas en susurros nos perdernos;
entre el humo de cigarro y la impúdica lujuria.

Del compromiso que te ha cansado y no gritas
de las veces en que tu aliento etílico me excita
para volvernos fugitivos alternos, desidia de otros
inmundicia nuestra, bebernos cual veneno.

Tú siempre vienes y provocas, vela eterna
de las noches en que te enciendes y te apagó
con desespero y gusto, por el placer de encontrarnos
hoy, mañana… hasta que se nos dé la gana.

Sé que eres, somos, amantes inmorales;
o tal vez no, quizás nunca nos amamos,
pero me buscas y yo accedo, sonreímos
para terminar temblando entre espasmos.

Viviana Nevárez

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