• Tú, hombre •


Ordinario, irónico e indescifrable
como el tiempo y sus azares,
como el viento y las aves;
demasiado libre.

Acostumbrado a ser uno
y no uno conmigo, u otra;
pareces sediento
sólo de sexo, aventuras fugaces.

Pareces certero, genio, seguro
como sí el mundo te aburriese
y cada espacio,
como sí no hubiera secretos.

Yo no tengo ganas de buscarte
de llamarte por tu nombre.
Decirte que estás loco
y que a ratos, te extraño.

Inmune, quiero hacerme inmune
a tus llamadas nocturnas
a tu presencia inestable
a ese cuerpo, esa voz…

Besos que sólo tú sabes dar:
de humo y licor, de ansia;
veneno que vive en tus labios
y fuego que duerme en tu vientre.

De ahí, en esa cuna marchita
en ese espacio que es centro
ombligo de locura, delirio;
puerta al sur, licencia al infierno.

Ahí pudiese morir mil veces
y resucitar igual, para beberte
cada tarde, cada noche
sin tener que negarte al salir el sol.

Viviana Nevárez






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