II. Disertación


Anoche me preguntaba ¿dé que sirve amar? Por qué entregarse a alguien con tan ferviente intensidad. Sentirse parte del otro, soñar que hay felicidad que emana de tu cuerpo de tu ser, amar sin cuestionarse sin pensar.
No sirve de nada, al final uno se dará cuenta que siempre alguien dio más, dio el amor incondicional, el tiempo sin reproches. El amor no existe, esa es la gran verdad, es juego para otros, aquí en este mundo nadie sabe amar. El amor capaz, el que lucha, el que busca, el amor dado no prestado, el amor puro, el puro amor.
Yo no se que hago aquí sosteniéndome de la nada, conversando con la soledad sobre mi insistente capacidad de perdonar, escuchar, mimar… Al fin de cuentas siempre seré un instrumento más, una flor de paso, una alegría, un recuerdo que algún día morirá.
Cuánto tienes, cuánto das, qué me ofreces, cuánto durarás… eso somos nada más; un saco de huesos, inhumanos, inconcientes, vacíos, ajenos a los otros. Ya nadie sabe amar, nadie escucha, nadie sueña.
Aquí nada vale nada, ni tu ni yo. Somos un instante, una historia con final, un escalón para subir, bajar, estacionarse… pero jamás quedarte a contemplar. No sirve de nada amar, es una sucia artimaña, un dolor inmenso, una constante preocupación, es vivir atormentado, es esperar siempre a la persona indicada y jamás ser el más amado.
Amor es igual a muerte, enfermedad que cangrena tu corazón, que alimenta tus pensamientos, que trastorna tu percepción… Al menos yo, quiero dejar de amar, dejar de ahogarme con mis palabras, con el deseo de tener cerca a ese alguien que logré amar con la intensidad más absurda. Hoy me rindo ante todo, ante todos y pido mi boleto para desaparecer.

Viviana Nevárez

Comentarios

Entradas populares de este blog

• Me llaman puta •

• Deberían ser ilegales tus caderas •

• De locura nocturna •