• Danza nocturna •


Te mueves igual que el viento
tranquilo, silencioso pero sediento
te adueñas de mí en un segundo,
con algo de fuerza en tu cuerpo, sublime.

El escenario es improvisado
frío pero tentativo, espacioso, pertinente;
tus brazos danzan conmigo, aquí y allá
es el tiempo acumulado, el deseo.

La música se escucha nerviosa
se ha intimidado con nuestra lujuria,
torpes, hambrientos y reservados;
tus manos, las mías tocando el son perfecto.

Entre la oscuridad intento incesantemente,
casi tendenciosamente, dibujar tu cuerpo
aprender tus líneas, las fisuras,
recordar las marcas, el olor, el sonido...

En una danza nocturna te quedas perplejo
entre no más que el sexo y tus piernas
ahí donde retozan tus ganas
entre el quizá y la duda entre el hoy y mañana.

En esta danza nocturna
no hay penas ni censura, no hay olvido,
brota de algún lugar el miedo o ternura
emerge de la oscuridad la voz, tu conversación.

Me muerdo los labios resecos,
pretendo encontrar el sabor de los tuyos,
impregnados. Hay fuego, deseo,
pretendo sentirte de nuevo, beberte, fumarte.

Con este frío maldito, con esta noche
mis pechos aún gritan tu nombre,
reclaman las manos, los besos, el calor.
En esta danza nocturna de tu sexo y el mío.

Viviana Nevárez

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