• A media noche •
Podría hablar de ti por horas
podría hablar contigo
minutos,
pero el tiempos nos hace
extraños
y la distancia, ajenos.
Ángel, demonio, hombre.
¿Qué buscas a media noche?
¿Un cuerpo que de placer?
¿Algunos besos furtivos?
Yo no puedo esperarte siempre
ser tu diosa a media noche
un fantasma al alba. Ángel,
tus besos son mi desdicha.
¿A quién le digo que te temo?
que tus muslos son prisión
que en tus caricias me
pierdo.
Y me voy, siempre me voy.
No puedo ser tu muñeca, accesorio
de madrugada. Me gusta
tenerte cerca
y odio ser casi tu esclava.
La condena
de tu sexo, la puta de fin de
semana.
A media noche vienes, me
llevas,
nos hacemos uno en tu cama
en ese cuarto que nos sabe
tanto;
a media noche ya no eres
ángel.
Demonio, caricias tibias de alborada
jamás dirás que me amas,
hombre,
pero jugamos al amante. Yo,
tu y ella.
Tu le mientes, yo te
espero...
¡Ay ángel! Si luego lloras a
escondidas
le lloras al bulto que cargas
en el pecho,
al vacío que dejamos en las
sábanas;
le lloras a la posibilidad de
ser.
A media noche ser: Ángel,
demonio,
un niño, un hombre. No puedo
quererte.
No sé si no eres más un desconocido.
Un antojo recurrente, un
sueño que persigo.
Pero hasta cuándo estarás
deambulando
como un anima aburrida, incierta;
dime, sí después de un rato
estaremos…
si está noche terminará en
día, abrazados.
Viviana Nevárez
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