• La muerte •



Nadie sabe a dónde va la muerte
la figura flaca, obscura y desgarbada,
nadie en dónde está su casa
o si duerme o no de madrugada.


¡Ay de nosotros los vivos!
De fiesta en fiesta, de copa en copa,
buscando poseer corazones
procurando agrandar el guardarropa.


A la muerte nada le importa
llega siempre indecente, altanera;
sin permiso y a destiempo te provoca
llega sola sin que nadie le advirtiera.

Ahí va un pobre hombre, ebrio,
cantando a todo pulmón; buscando el amor.
¡Ay de esos ojos que embrujan, de mujer,
de diosa. De labios con dulce sabor!


De pronto caerá sin razón
como cae la hoja en pleno otoño,
en silencio se desvanece;
con un toque suave que enloquece.

No tiene corazón, no hace falta el latido
de frío decora el camino, de frío.
La muerte es una puta elegante
en boca de cualquier cantante. 

Nadie nunca quiere verla de cerca
pero todos le escriben poemas,
muchos rasguean canciones;
otros le hacen mil fiestas. 

A la muerte le ponen disfraz
de calaca, de mujer y hombre;
a veces de santa otras demonio
de vestido o de sotana…

La muerte viene y se va
anda en todas y en cualquier parte
se lleva al niño, al hombre, al anciano;
despierta y duerme contigo a paso constante.

La muerte es dueña y señora de todos 
hombre o mujer, pobre o muy rico.
En una fecha cualquiera, intranquila y traicionera
todo el año nos espera, a ti, a mí, a quién sea. 

Viviana Nevárez

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