• Reflejos •
Me aterra perderme en el reflejo
la visión extraña de uno mismo,
parecer lo que no somos, ser
distintos y semejantes a todos.
En el espejo mis ojos no son míos
no reconozco nunca mi rostro
¿será que no soy el reflejo?
ese cuerpo extraño, cansado y deforme.
A media noche es distinto
la imagen es una silueta empolvada
el murmullo de una historia
que se agota, lentamente; palidece.
Detrás de las pupilas un semblante
ajeno, como es ajeno el tiempo
y los pasos que no he dado,
intruso el aire, desconocido.
Son mis manos instrumentos sagrados
para enaltecer, violentar, transgredir;
cada espacio. El reflejo en el espejo,
de lo que veo y ven otros…
Reflejos que van y vienen
entre tropiezos y desvaríos, malditos
e inocentes; hombres y mujeres,
en la danza de la vida, obstrucción simulada.
Existir sólo entre multitudes
entre las miradas del otro, el juez y el juicio;
el reflejo que ha pedido permiso para percibir
y guardar el deseo de ser invisible.
Retratos que se saludan a cada paso
entre caminos encontrados, horas que malgastar
y dejar un rato el cuerpo que nos precede;
reflejos que no conoceremos nunca.
Es el miedo al hombre ajeno, al demonio,
el que hemos sido siempre, por condición;
ojalá un día mi reflejo me atrape
y me quede sin habla, sin letras, sin versos…
Se quedará sólo mi espejo
cuando se dé cuenta que me he ido,
lejos, donde no hay mascaras
ni razones o lamentos. Sin reflejos.
Viviana Nevárez
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