-Memoria 6-



Aquella tarde todo parecía normal, nos dimos mil besos mientras fingimos ver el televisor. La noche llegó tan pronto que no pudimos percatarnos, entonces nos acercamos a la cama para volar un rato. Lo recuerdo bien, aquella noche hicimos el amor, hablamos del futuro…

Hoy me da risa, yo era tu muñeca, literalmente. El accesorio de temporada, el artilugio que te hacía sentir una persona mejor. Qué fui tu mejor instrucción, fueron palabras de tu boca. ¡Qué estupidez tan grande! Llamarme maestra y después, marcharte; cobarde.

Hay memorias que no cambian, aunque uno las disfrace. Hay mentiras que matan, y yo recuerdo que no mentí. Aquella tarde todo iba bien, era un día como todos. En mi memoria guardo cada palabra dicha, como recordatorio para no creer en ti, hay memorias gratas y memorias duras; hay también imágenes que quisiera apartar.

Yo nací tragedia, ironía, sarcasmo; fui niña, adolescente y después mujer. Como todos, lloré la primera vez que vi la luz de este mundo y supongo, que sonreí de la manera más ingenua. Yo, como todos, lloró porque me duele algo y a veces no se decir qué es.

Esta noche en mi memoria, he sacado tu nombre, amor solía decirte; amor. Como si nada en el mundo fuese tan importante, como si tus promesas hubiesen sido reales; amor… como si el engaño sólo se tratará de carne.

Memorias muchas, besos, abrazos, inicios pero final uno, extendido, alargado. El adiós no ha sido nunca un problema. El problema ha sido tu amor sañoso, las palabras como dagas y la prostituta que esperaba un turno, una luz para su escenario vacío, un trozo de carne para su hueco, un beso para sus labios resecos…

Pero no ha sido esta mi memoria, sino que después de todo, uno ama a las bestias aunque seas para ellos un pretexto caducado, un montón de fragmentos, una caja de reclamos. He aquí mi memoria: un corazón desgarrado.







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