• Fantasía vagabunda •
en un rincón de aquella calle,
y sin sabernos, nos besamos;
de pies a cabeza.
Tus manos buscaban mis senos
no de prisa, pero sí ansiosas;
sentí como tu sexo crecía
debajo de tus ropas, frías.
Entre sombras y destellos
memorice tus ojos,
navajas de doble filo
encantos y desafío.
Me reserve tu nombre
no hizo falta bajo mi falda.
Mis gritos fueron sofocados
y tus manos los verdugos.
¡No me ames! -decías-
y la humedad aumentaba,
ahí, justo ahí, sobraba el amor.
Sobras, excesos innecesarios.
Fantasía vagabunda
tendidos sobre el asfalto
temiendo, a veces, de los ojos;
los vigilantes detrás de la ventana
Nadie nunca se quejo
de tus excesos lujuriosos
o mis exigencias violentas,
nadie, de tu lengua viajera.
Hasta el puritano se estremeció
y rezando lo habitual, gemía.
Aquella noche cedía al día,
atmósfera perfecta para dejarnos.
Viviana Nevárez
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