• Sirena III •



Otra vez sirena, fingiendo por ahí
retomando el vicio para ser feliz.
Nadie te sabe el secreto, lo olvidan
de a poco entienden y luego desisten.


Ahí vas sirena, bailando sin piernas
buscando príncipes sin princesa
castillos, ilusiones de colores;
mil colores para pintar tus campos.


Ningún hombre, joven o viejo
ávido de experiencia o falto de ella;
nunca entienden tus reclamos, falsos,
las pruebas a los que les sometes…


¿Qué habrá en el fondo de tus pensamientos?
Un dolor tan hondo, tan grande,
sentarte horas en silencio, sonreír a destiempo;
buscar en la copa de vino el beso borracho.


Sirena, yo sé bien que se cansan tus brazos
de tantos cuerpos que han abrazado,
de tantas frases y promesas rotas;
a ti parece que ya no te sorprenden.


Otra vez sirena ocultándote en disfraces
de argollas, de tinta, de escudo impenetrable;
y quién sabrá que de noche has llorado
sofocando el llanto con tu almohada fría.


He andado por el mismo cuarto en que te escondes
y recojo el rastro. Gota agua sal de tus ojos de almendra;
perlas que se escapan y que olvidas levantar.
Yo podría abrir un museo de piedras preciosas. 


Yo no quiero que dances en aguas peligrosas
de muchos mares has escapado, te dejan huella;
en cada escama un recuerdo. Caricias encalladas, 
cicatrices que parecen adornos, otra vez sirena.



Otra vez desdibujando noches, estrellas y lunas
empalmando los ‘te amo’, ensayando la sonrisa;
ya tu puerto no es tan fuerte como lo era antes,
sirena mía, de todos y de nadie. 



Otra vez te escribo poesía que nadie quiere
como los mil hombres que te han querido y se van; tristes,
como tú, se quedan vacíos. Pensando en tus embrujos.
Aquí está el océano de siempre, quieto; pero seguro.


Viviana Nevárez 

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