• Poema de ocaso •


La tarde amerita de ti
de la manía de tocarte
por perversión y adicción,
desnudarte sin permisos.

No necesito rosas
regálame pecados
que nací pecadora,
que surgimos viciados.

Amarrados al placer
sedientos, como desierto,
amantes de sexo; cobardes,
siempre corriendo.

Devoremos, entonces,
a puritanos y dioses
y hagamos fiesta pagana
sobre tu cama mundana.

Olvida mi nombre
que yo te olvidaré, seguro,
después de tu obligo
me llamaran amnesia.

Sobre el sol que se aleja
bajo la luna pendiente
arrodillémonos juntos
para amansar apetitos.

La tarde es un pretexto
para traerte a mis muslos
ser océano, marea alta;
y asesinar el recuerdo.

Serás sólo poema de ocaso
y yo viajera en tu sexo
animales impertinentes
amorales y escandalosos.

Terminaré por amarte
un segundo, nada más;
para no ser tan injustos
para no morir en prisión.

Viviana Nevárez

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