• De aquellas despedidas •



La vereda que siempre recorrimos
un camino conocido, de principio y con final.
De aquellas despedidas nocturnas
de besos y caricias bastas.


Ocultos, en ese espacio justo
bajo la sombra de una luna, testigo;
de cada una de las frases soeces,
deseos sofocados bajo la ropa.


Era cada noche una espera constante
aguardar en la salida para verte llegar,
sonriente; seguro de tus maldades.
De aquellas despedidas, todos mis recuerdos.


Tu mirada perdida en la mía
jugando entre tus piernas
paseando mi lengua por tu boca, veneno;
suave y dulce veneno que mataría después.


De aquellas despedidas alongadas
con el tiempo corriendo detrás
cuidándonos la espalda; los dedos.
Para que nadie nos viese, obscenos.


Malabares para escaparnos un rato
huir del mundo, desconocernos;
encontrarnos tirados en la calle
haciendo el amor, haciendo la guerra.


Mis manos aún te resuenan, como música
abandonada. Con cada surco que aprendieron, 
de aquellas despedidas forzadas;
mordidas hambrientas, sedientos regazos.


En aquellas aulas abandonadas
a la deriva, con la zozobra de ser encontrados.
De aquellas despedidas, nada, nada ha quedado
ni saliva de tu boca ni el ritmo de tus caderas.

Corriendo por mis venas, ponzoña de tu ser.
Virus, producto de tu existencia
de tu aparición infame. Cenizas, gusanos en la carne
y purulentas heridas que gritan tu nombre

Y anhelan, esos roces
de aquellas despedidas.



Viviana Nevárez

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