• A tu salud •
Aquí
estoy de nuevo llorando, otra noche,
llorando desesperadamente. Con este dolor
con este pesar que no cesa y no calla;
como si fuese un castigo amarte. Después de todo.
De
como lo más hermoso nos causa tanto dolor.
De saberte, de soñarte ahogado en llanto...
de los mil por qué y estas noches sin respuesta.
A tu
salud toda esta agonía y desencanto.
¿A
quién le digo ahora que aún te extraño?
que todavía me sangra la herida en el
pecho,
que estos años se han quedado varados;
perdidos en el infierno. Yo, aquí, agonizando.
A tu salud. Esta sonrisa que finjo a diario
las copas que bebo desde hace un tanto,
a tu salud los besos derramados, dados;
los abrazos furtivos. Todas mis huidas.
Yo no
quiero que el mundo me señale
que me llamen loca por quererte tanto,
no espero, nunca, verte regresar;
yo ya no sueño con que vuelves a casa.
Estoy,
como están estas cuatro paredes
como está la rosa adornando alguna tumba.
Viva, aparentemente, viva; pero más muerta.
Con todas las ganas de evaporarme, callar.
A tu
salud esta botella de vodka, tequila,
todo el alcohol que encuentre. A tu salud,
porque no quiero ser fantasma en tu vida;
ahora tan perfecta, tan divina.
¿Qué
culpa tiene ese ángel de ternura?
si sus ojos son inocentes, y su mirada tan tuya;
qué culpa tiene su rostro, su nariz perfecta
todo tu ademán y algunos rasgos de ella.
Aquí
estoy, tragándome los dedos
porque no quedan uñas, dando gritos en silencio,
aquí arañándome el cuerpo, sacándome a pedazos
este amor que por ti siento.
¿Hasta
cuándo? Dime, por piedad, hasta cuándo.
Sácame el corazón ahora, después de tanto;
ya son dos años torturando. ¡Ten piedad, ten piedad!
Por aquellos días olvidados, ¡Apunta, y por fin, dispara!
Viviana
Nevárez
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