• Días grises •
Hay días que se tornan grises, tristes y fríos
aunque hayas disfrutado de un arcoíris,
las cosas a veces sólo son las cosas
sin motivos y sin razones.
De repente el café se pone amargo
y no hay miel ni azúcar que le endulce,
se te cae el pan o la galleta. Se te cae la sonrisa
y crees que está en el suelo, por alguna parte.
Y uno pasa el tiempo buscando las sonrisas
recalentando la taza del café, insípido,
releyendo un libro que tanto amas y tanto odias.
De pronto lloras, ríes y lloras…
Te volteas a ver tu reflejo, y te encuentras.
Estás colgando de un trapecio sin saber cómo llegaste,
sin ganas de aprender a saltar, de nuevo;
porque te duele la espalda, las nalgas y el alma.
Y no entiendes de poesía, ni de prosas,
y odias los “círculos de lectura” y las frases Zen.
A los
positivistas y los hipócritas,
y son días grises. Son días tristes…
Y así terminan, en puntos suspensivos.
Viviana Nevárez
Comentarios